Parte VI

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        10 de la noche, Teo llega en un taxi cerca del puente General Rafael Urdaneta de Maracaibo. Su jefe Gerardo lo espera ansioso recostado en la patrulla policial ahora pintada de un marrón muy hosco y con varias piezas características del vehículo cambiadas.

Teo paga su pasaje y con mucha tranquilidad camina hacia Gerardo que desde lejos le nota su nerviosismo y sudor a pesar de la brisa fría que acariciaba el lugar.

-Aquí está la dirección y el número de teléfono de los sujetos a quienes les vas a entregar a Jesús- dice Gerardo alargándole un pequeño papel arrugado.

-¿Cómo se llama el tipo?- pregunta Teo leyendo el papel.

-Ellos trabajan en anonimato, diles que vas de mi parte y te atenderán, ellos mismos se encargaran de terminar de desvalijar el carro para venderlo- se explica Gerardo dándole unos golpecitos al capó del auto. -También te darán el pasaje de vuelta a Maracaibo, ya todo está arreglado, aquí tienes algo de dinero por si sucede algo- saca una paca gruesa de dinero dándosela en la mano a Teo apretándole el puño.

Teo examina el carro para asegurarse de todo, revisa el motor, la gasolina y todas las piezas, se acerca a la parte de atrás y detalla al custodiado criminal, acostado a lo largo en el asiento trasero esposado en los pies y las manos por unas esposas de tie wrap negras.

-Lo drogué lo suficiente para que no se despierte en el viaje, no te va a molestar- responde Gerardo a una pregunta nunca hecha. -Los documentos nuevos del carro están a tu nombre, los coloqué dentro de la guantera- confirma.

-Ya no queda más nada que preguntar hermano...- pasan unos pocos segundos en silencio y Teo extiende su mano para despedirse de su jefe.

Ambos estrechan sus manos, Teo abre la puerta del carro, entra acomodando el asiento ajustándolo para que su pansa no choque con el volante, mueve el retrovisor y cuelga un rosario que le hizo Miria, su hija menor. El viejo baja el vidrio del carro y habla por última vez con su jefe.

-Me voy a tomar el día de mañana libre- dice Teo encendiendo el motor.

-Gracias Teodoro... yo no soy el único que te lo agradece- le responde Gerardo persignándose. -Que te vaya bien- y se despide.

Teo baja la cabeza en señal de despedida y arranca en su secreto viaje nocturno. El camuflado automóvil policial de placa nueva pasa desapercibido ante las autoridades que vigilan el puente sobre el lago.

A una velocidad cómoda avanza el camino del puente y enciende la radio para entretenerse un rato, Teo lleva un pequeño bolso de dónde saca su paquete de cigarrillos y un porta CDs, pasando el puente enciende un cilindro de nicotina y revisa el porta CDs con tranquilidad, saca un CD de chistes de recopilaciones de comediantes como el Gallo de Veritas, Javier Bertel, El Conde del Guácharo entre otros. Oyendo un poco de comedia el viaje se le hará más placentero y corto pensó Teo, que a pesar de siempre tener mal genio goza de una salud tan buena que no dejan de gustarle y disfrutar del buen humor venezolano en especial del maracucho.

El viejo oficial encubierto sigue su ruta en los solitarios caminos de madrugada en la autopista, autos vienen y autos van en la nocturna vía pero ningún tráfico y nada extraño que reportar, los chistes de los comediantes suavizan el viaje al son de la risa de Teo y este ni se preocupa porque su custodiado acompañante despierte, de igual manera aunque lo hiciera no lograra hacer nada.

La carretera oscura y tenue se torna pesada y aburrida, ya Teo escucha al segundo comediante de su repertorio humorístico, pero de repente el audio de la pista comienza a saltar, el sonido se entrecorta y falla la reproducción como cuando ocurre una interferencia con una llamada telefónica. Teo se enfurece y con brusquedad saca el CD para darle un vistazo, piensa que algunos rayones ocasionan el mal funcionamiento pero la dona informática se encuentra en perfecto estado, incluso parecía un CD virgen recién quemado. Teo lo limpia un poco con su pantalón y vuelve a introducirlo en el reproductor sin darse cuenta que el automóvil pasaba por encima de un policía acostado que levanta el auto chocando la cabeza de Teo en el techo, el mismo acto causa que el CD se rompa en dos ya que Teo iba introduciendo la mitad de este en el reproductor de música.

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