Ojos cerrados: Treinta y cinco

3.6K 426 195
                                    

La curiosidad mató al gato. Lo sabía, pero, demonios, me moría por ver aquel maldito vídeo en el que mi violador había sido el protagonista. Sí, estaba tentando a mi suerte. Porque estaba seguro de que si Jung Kook me descubría revisando su celular, sería mi fin. Solo tenía unos minutos al día para revisar su celular sin que me descubriera, pero eran demasiado pocos.

Su pierna herida había sido la excusa perfecta para un reposo en casa por tiempo indefinido, el cual había sido ordenado por el doctor, es decir, Nam. No obstante, su pierna no tenía comparación con la herida de Ji Min, quien cada vez parecía mejor.

La incapacidad de Jung Kook duró un mes. Un mes en el cual trabajó en casa y dio las órdenes desde el sofá de nuestra sala. Pero además de eso, mis clases se habían trasladado de lugar, desde el apartamento del señor Seok Jin, hasta el nuestro.

Era obvio que Nam y Jung Kook no se soportaban, pues cada vez que se veían a los ojos parecía volar chispas entre ambos y cuando hablaba de chispas, no eran chispas de amor o atracción precisamente.

—Me cae como un grano en el trasero y lo sabes —me dijo Nam mientras realizaba mis clases del día, al mismo tiempo que Jung Kook trabajaba desde su computadora sentado en el sofá de la sala, desde donde podíamos vernos mutuamente con facilidad —. ¿Qué le ves además del físico? ¿Eh?

Sonreí, porque era obvio que Jung Kook era un gran trozo de carne delicioso y bien hecho, incluso para Nam que lo detestaba.

—Me lo hace riquísimo —dije, provocando que Nam se estremeciera y sacudiera como si tuviera asco, como sacándose los escalofríos que aquellas palabras le habían provocado.

—Maldición, Yoon, no seas tan explícito —me dijo.

—Tú preguntaste —respondí —, además, da unos besos increíbles.

—Estás...

No dijo más, sin embargo yo no necesitaba que terminara su oración para saber lo que había estado a punto de decir.

—¿Qué me dirás? ¿Qué estoy ciego y que no vería nada aun cuando me iluminen todo con luces neón? —dije y mi amigo no respondió.

Él simplemente apartó su vista de mí para llevarla hacia Jung Kook, quien sumamente concentrado en su computadora ni siquiera nos miraba. O bueno, eso había pensado, sin embargo, en cuanto nos quedamos en silencio mirándolo, él levantó su vista también y nos miró.

Lo vi abrir sus labios con la intención de decir alguna cosa, no obstante, Ji Min y Ho Seok se aparecieron de repente por el pasillo, rompiendo afortunadamente con el momento incómodo que habíamos estado a punto de tener.

—El doctor te recomendó reposo absoluto, deberías descansar —decía Ji Min al señor Ho Seok, quien sobre su silla de ruedas, negó y respondió:

—A ti también te dijeron lo mismo y mírate, estás levantado.

—Lo hice porque tú te levantaste —renegó Ji Min.

—Ninguno de los dos debería estar levantado —espetó Jung Kook mirándolos con seriedad, pero al mismo tiempo con desinterés.

—Estoy harto de estar encerrado, me recomendaron reposo, no vivir recluido en esas cuatro paredes —declaró el señor Ho Seok.

—Bueno, no creo que moverse un poco sea del todo malo, no es como que realice un ejercicio o algo por el estilo —agregó Nam mirándolos a ambos con amabilidad —, simplemente no se excedan y descansen bien, los dos —detalló con claridad.

—¿Ves? —dijo el señor Ho Seok a Ji Min, quien resoplando rendido, murmuró —, vamos a la terraza entonces, no quiero ser una molestia para nadie aquí.

Ojos negros (Kookgi) +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora