Ojos diferentes: Capítulo cuarenta y dos

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Abrí mis ojos lentamente, el pitido de una máquina fue lo primero que percibí, junto con un horroroso dolor por todo mi cuerpo. Parpadee y en seguida escuché la voz asustada de Tiffany a mi lado.

—¡Oh, Yoon Gi! —la escuché decir, la miré y vi sus ojos llorosos mirándome.

Lloraba sin parar, mientras sujetaba mi brazo con suavidad.

—Perdón, perdón, es mi culpa, todo es mi culpa —susurró y entonces lo recordé, me habían golpeado hasta aburrirse y ahora estaba en el hospital.

—Déjalo, Tiffany, no es momento para eso, posiblemente esté aturdido —le dijo Tae apareciendo de pronto en mi campo visual, ni siquiera me había percatado de su presencia hasta ese instante; me observó y me sonrió suavemente —, no te preocupes, Yoon, descansa, estás a salvo —cerré mis ojos de nuevo y de fondo escuché la voz de Nam Joon hablando con alguien más, quizás un médico, no lo sabía. Entonces me volví a dormir quizás por demasiado tiempo, porque cuando abrí mis ojos de nuevo había una enfermera a mi lado revisándome.

—Oh, ya estás despierto —dijo ella y en seguida vi a Nam acercarse a mí.

—Hey —me saludó —, sé que es estúpido preguntar, pero ¿cómo te sientes?

—¿Alguien anotó la placa? —pregunté sonriendo y mi amigo rió suavemente, sin embargo, su risa parecía tensa y nerviosa. Suspiré y cerré mis ojos unos segundos, cuando vi a la enfermera marcharse, supongo que solo era una revisión de rutina.

—Yoon —me susurró entonces, ya con una expresión seria —, la policía tiene un vídeo de una cámara de seguridad, sabemos quienes te atacaron, la universidad ha llamado a tu tutor legal para que levante una denuncia oficial contra ellos.

—¿Llamaron al señor Jeon? —pregunté, más que preocupado —, ¡Oh, demonios! —dije irguiéndome un poco para intentar levantarme.

—¿Qué haces? —me regañó —, no te levantes.

—No lo entiendes, si llamaron al señor Jeon, entonces... —sentí vértigo al instante en que me encontré sentado sobre la cama.

—Demonios, te dije que no te levantaras —me dijo al mismo tiempo en que me sostenía para no caer —, acuéstate.

Me fue imposible rehusarme, especialmente porque la cabeza me daba vueltas como si fuera una ruleta rusa, Dios, sentía náuseas.

—El doctor dijo que tenías una pequeña contusión en la cabeza y una fractura en el brazo derecho, pero no te alarmes —me dijo enseguida, al ver quizá el pánico pintado en mis ojos —, todo está bien, no es algo que no se cure con descanso y una buena atención —lo miré, porque ahora que lo decía, estaba tan aturdido aún que ni siquiera había visto mi brazo enyesado, ni las bandas por varios lados de mi cuerpo.

—Parezco una momia —murmuré y mi amigo sonrió.

—Un poco, sí, pero no te preocupes, el doctor dijo que no es nada grave, todo sanará —me dijo.

Miré a mi amigo y luego a la puerta.

—Nam, al pie de mi cama hay una tabla con mi información clínica, pásamela, por favor —le dije.

—¿Qué? —me preguntó dudoso.

—Al pie de la puta cama, Nam —le repetí alterado —, pásame la maldita hoja para verla —le dije rápidamente —, antes de que venga alguien —agregué —, pero rápido, Nam —le apresuré al verlo suspirar y caminar hacia el pie de mi cama con la paciencia de una tortuga —, demonios, si estuviéramos en una emergencia serías el más eficiente de todos, lo juro.

Ojos negros (Kookgi) +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora