Podrías hospedarte ahí, es gratis.

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Visualizó que la silueta de una persona, que parecer ser que cada vez más, se acercaba a mi auto.

Su figura se hace cada vez más grande y puedo percatarme que se trata de una chica, una chica con una mirada sobria.

Pero, ¿Qué hacía a esta hora en este lugar?

Era una chica que admito, me pareció preciosa, su piel era ligeramente pálida, su cabello azabache brillaba con la luz de la luna, las puntas de su cabello se encontraban levemente rizadas.

Se acercó a la ventana del asiento libre de mi vehículo, observó como toca el cristal de las ventanas polarizadas, ahí me percato del iris grisáceo azulado de sus ojos.

Sus párpados sutilmente pintados por una sombra rosa y sus carnosos labios coloreados con un brillo labial.

Sus mejillas totalmente rosaditas, el vestido era negro, pegado al cuerpo. Aplasto un botón y la ventana comienza a descender, logrando ver sus delicadas facciones más de cerca y en mejor panorama.

Acerca su cabeza y la recarga sobre la ventana.

—¿Sucede algo señorita? —murmuró con amabilidad, ella sonríe mostrando su perfecta hilera de dientes.

Su sonrisa era amplia, con un toque de delicadeza, derrochando dulzura.

—Disculpa, ¿Podrías llevarme a casa? —preguntó en un tono sutil y muy delicado, como si el hilo de su voz se fuese a desgarrar sí gritará más.

Joder, su voz era completamente dulce.

Al ver que no digo nada, solo oyó como suspira e infla sus rosadas mejillas.

—Mi auto se ha quedado parado aquí en medio de la nada y no quiere encender—responde y me observa con una mueca.

Llevo mi vista hasta la dirección que señala y veo un auto muy lujoso, era un Mercedes negro, sabía cuál era, era el Mercedes-Benz 190 SL.

Era uno de los mejores carros de los 60's y se veía en perfecto estado.

¿Cómo era que aún funcionaba?

Confundido regreso a verla, no había visto ese auto hace segundos atrás, aunque tampoco es que viese por el jodido dolor que me aplastó.

Como si leyera mis pensamientos la veo relamerse los labios antes de abrir su boca y hablar.

—Es negro, un negro muy oscuro y camuflado, las personas no suelen verlo por eso, también—me mira y siento un leve pinchazo.

Sin pensar en algo más asiento.

—Claro, sube. —indicó mientras quito el seguro, ella abre la puerta y sin querer su mano rosa con la mía y puedo percatarme de la diferencia de temperatura de nuestros cuerpos.

El suyo está completamente frívolo, ¿Cuánto tiempo llevaba ahí expuesta para estar así de helada?

No lo sé. Sus iris azulados me miran y un nervio inexplicable aparece y pasa por toda mi espina dorsal.

Sus ojos brillan a la par de la luz y puedo notar que a pesar de brillar sus ojos se encuentras vacíos, afligidos. Intentó seguir mirándola en busca de respuestas, pero su mirada se aparta de la mía.

—¿Por dónde es...? —preguntó cambiando el tema, no me gustaría que me tuviera miedo, sabía el miedo que vivían las mujeres para que yo estuviera mirándola por mucho tiempo.

Haciéndola sentir tal vez incomoda, cuando ella sólo me había pedido ayuda.

—Sigue conduciendo, hasta que veas una ciudad muy hermosa, en ella resalta el hotel California —Indica con la mirada hacia la carretera, parecía perdida, más que nada sumida entre sus pensamientos—. El hotel California es un bello lugar.

Hotel California (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora