CAPÍTULO 4

21 6 0
                                    

La cafetería se encontraba atestada de personas omitiendo la fila que había afuera, a su amado e inteligente jefe se le había ocurrido la brillante idea de dar un descuento a quienes compraran el nuevo "Caramel Macchiato" que tenían en venta —¡ES UNA GRAN IDEA!— había gritado esa mañana en la reunión de personal, y por supuesto que lo era, pero el no era quien estaba horas de pie atendiendo a más de algún hijo de puta prepotente.

¿Te sientes bien?— preguntó su compañera, últimamente era algo que escuchaba con frecuencia pero no los podía culpar, su piel estaba un poco más pálida de lo normal y bajo sus ojos se marcaban unas ojeras lo bastante oscuras para que ni siquiera el maquillaje lograra cubrirlas, las noches cada vez se hacían más difíciles. Jimin sonrió como lo hacía cada mañana frente al espejo y asintió lentamente antes de continuar preparando el líquido extremamente azucarado que una pequeña niña había pedido.

Parecían años los que se había mantenido en la misma posición o eso fue lo que sintió cuando por fin su trasero tocó la dureza de la silla tras el mostrador, su jefe ganaba lo suficiente ¿por qué no ponía asientos más dignos para su personal?, claro el hombre era un maldito tacaño con todos, la campanilla volvió a sonar y estaba pensando seriamente en romperla porque estaba lo bastante cansado del constante tintineo cada que la puerta se abría o cerraba.

Buenas tardes y bienvenido a COFFEE ¿qué desea ordenar?— comenzó con monotonía, habían días en los cuales podía morir de risa, pues fingía hablar como la mujer del GPS; "ahora, gire a la derecha" sus compañeros reían sin parar hasta el punto en que una vez Jackson quemó su mano con la cafetera; antes de mirar al frente, arregló su delantal y respiró hondo soltando cada pensamiento irracional, más nunca se esperó encontrarse al chico pálido.

Quieroelnuevocaféporfavor— habló lo suficientemente rápido soltando todo el aire de sus pulmones y rogó que le hayan entendido, toda esperanza se esfumó cuando escuchó al hombre reír.

¿Puedes decirlo un poco más despacio?— Jimin no creía que su corazón resistiese tanta ternura, y es que las mejillas completamente rosadas contrastaban perfectamente con la piel blanca además, el cabello revuelto le daba un aspecto lo bastante inocente como para querer ponerlo en una cajita de cristal y protegerlo por lo que le quedaba de vida, quizá se lo encargaría a Hoseok para que continuara después.

Yoongi inhaló todo el aire que sus pulmones le permitieron, llevándose a sus adentros el exquisito aroma del café que lo tranquilizó como cada vez que sentía su mente explotar, se imaginó bebiendo un rico café cubierto de leche vaporizada y ¿por qué no con unas galletas o una rebanada de pastel? su boca se llenó de saliva ante la tan clara imagen, sin abrir los ojos y con las manos apretando con fuerza las mangas de su sudadera volvió a hablar —¿podrías darme del nuevo café por favor?— su madre hubiera estado orgullosa y quizá también lo estaría Namjoon, podría ir a contarle en ese mismo instante, pero no, el café era más importante.

¿Deseas algo más?— habló bajito Jimin, no quería perturbar la calma que envolvía al de cabellos rubios y que saliera corriendo nuevamente, cuando obtuvo la respuesta que deseaba él mismo preparó el pedido, no iba a mentir que la mirada de sus colegas sobre su nuca no le incomodó y es que ¡ÉL NUNCA PREPARABA LOS PEDIDOS CUANDO SE SENTABA! era una rutina sagrada para Park trasero anclado a la silla Jimin, decidido completamente a ignorarlos y rogando que no empezaran después con una incómoda ronda de preguntas entregó el café y la porción de pastel, era de chocolate y podía certificar que estaba exquisito, después de todo el mismo había comido unas cuatro porciones antes de empezar su turno, otro secreto que se llevaría a la tumba.

Mientras Jimin continuaba observando al chico beber tranquilamente el café, manchando inevitablemente su labio con la crema, Yoongi degustaba con cada una de sus papilas el sabor picante de un buen café cargado combinado con el dulzor de la leche, podía imaginar los colores en cada sabor los cuales más el chocolate del pastel creaban una obra maestra y podía pedir a quien fuese que bendijera a la persona que creó tan exquisitos manjares, la risita del hombre frente a el lo sacó de sus maravillosos pensamientos, tenía la mano sobre su boca para amortiguar un poco la carcajada que suponía quería salir y el cabello negro amarrado en una pequeña coleta que dejaba uno que otro mechón libre, en su delantal brillaba una pequeña placa de metal con su nombre y un poco más abajo sobresalía la libreta y el lapicero.

Jimin se detuvo cuando los ojos contrarios estaban sobre su persona y con la más sincera de las sonrisas preguntó —¿puedo compartir un café contigo?—. 

Caramel Macchiato (Y.M)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora