Angel Eyes AU (Fremione)

Capítulo 1: Un comienzo y una broma

Hermione estaba muy nerviosa. Después de dos años en un internado, por fin iba a volver a su Londres natal para cursar el tercer año de secundaria en un instituto de su barrio. Sus padres habían querido que fuera a un instituto privado, pero la chica estaba harta de la superioridad moral de los pijos que había en esos centros. En su lugar, consiguió convencer a sus padres para ir a un instituto público que contaba con una buena reputación, y además estaba cerca de su casa.

La adolescente tenía miedo de que le pasara lo mismo que en el internado: no hacer amigos y pasarse los días y las noches sola y amargada. Había llegado a la conclusión de que existían varias razones por las cuales no se adaptaba.

1. Sus buenas notas y su afán por estudiar.

2. Su timidez que hacía que le resultara muy complicado abrirse a la gente.

3. Su apariencia: era una chica bajita, con el pelo rizado (pero no un rizado bonito como veía en las revistas, no; más bien un rizado descuidado, enmarañado y encrespado que le hacía recordar a la señora loca de los gatos de los Simpsons) y que no se interesaba mucho por la moda ni el maquillaje, al contrario que todas las chicas de su edad.

Hermione tenía la sensación de que las chicas la odiaban porque creían que Hermione se sentía superior por no comprar ropa de marca y maquillaje, pero la realidad era muy diferente: le encantaría vestir a la moda y poder maquillarse, pero nunca encontraba el momento para iniciarse en aquel mundillo debido a que su tiempo se encontraba dividido por sus dos pasiones: leer y la música. Llevaba componiendo sus propias canciones desde que tenía diez años (letra y melodía), y las solía cantar en reuniones familiares o eventos benéficos a los que acudía para recaudar fondos para diferentes causas. Llevaba siglos soñando con que algún productor la viera cantar y le ofreciera un contrato musical, pero como las posibilidades de que aquello ocurriera eran tan mínimas, no se olvidaba de sus estudios, igual o más importantes que la música que tanto adoraba.

Después de desayunar y lavarse los dientes se marchó a su nuevo instituto. Le habría gustado que sus padres estuvieran allí para desearle suerte, pero empezaban su jornada laboral muy temprano al ser dos de los mejores dentistas de Londres. Cuando llegó al instituto chocó con un chico que iba mirando hacia el suelo, aparentemente preocupado.

—Oh, lo siento. Es que estoy buscando mi mochila, la he perdido —le dijo.

—¿Quieres que te ayude a buscarla?

—¿En serio me ayudarías?

—Pues claro. Por cierto, soy Hermione.

—Hola, yo soy Neville. Eres nueva, ¿verdad? No me suenas.

—Pues sí, cursé los anteriores cursos en un internado en Escocia.

—Qué guay. Pues bienvenida.

—¡Gracias! Y bueno... ¿Dónde has estado esta mañana desde que llegaste?

—Déjame pensar... En la cafetería, en el patio y en la sala de conferencias.

—¿Y has mirado en esos sitios?

—No, cuando me choqué contigo justo estaba empezando a buscarla.

—Pues entonces vamos. Así de paso me muestras el instituto, si te parece bien.

Mientras buscaban la mochila de Neville (que apareció en una mesa de la cafetería) hablaron y descubrieron que ambos estaban en el mismo curso, pero desgraciadamente no estarían en la misma clase.

Cinco minutos antes de que sonara la campana que anunciaba el comienzo de las clases, Neville condujo a Hermione hasta su aula y se despidió de ella. Se sentó en primera fila, y quiso hablar con alguien pero no sabía con quién: ¿con las dos chicas que hablaban en voz muy alta mientras miraban una revista? No, le recordaban a sus compañeras del internado. ¿Con el chico que quemaba un papel con un mechero? Mejor no, se acababa de quemar un mechón de pelo sin querer y a ella no le apetecía correr la misma suerte. ¿Con el chico pelirrojo que comentaba el partido de fútbol de la noche anterior con un chico moreno con gafas? Parecían la opción más sensata, desde luego. Pero antes de que se pudiera levantar y dirigirse a sus asientos, llegó el profesor y empezó la clase.