Three.

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«Capítulo tres»
Nadie se salvaba de las profecías






Una mujer de cabellos morados, se encontraba peleando con su espada contra un joven de oscuro cabello

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Una mujer de cabellos morados, se encontraba peleando con su espada contra un joven de oscuro cabello.

Cada ataque que el joven daba la adolescente lograba esquivar, y cada golpe que ella daba él detenía.

Ambos estaban parejos, y eso todos lo sabían. Porque ver pelear a uno de los hijos de los tres grandes contra la hija de Hécate siempre era divertido. Bueno, para quienes apostaban y ganaban era divertido.

Maligna se agachó, esquivando el ataque, para después golpearlo en las piernas con su espada. El chico no tuvo tiempo de reaccionar que ya tenía el arma de la contraria en su cuello.

— Te vencí. —sonrió satisfecha.

El chico sonrió de lado y la tiró al suelo usando sus piernas. Mientras se subía a horcadas habló:— No cantes victoria hasta ganar la guerra, Sagitta.

— Tienes razón, di Angelo. —estiró su cabeza y lo besó. Aprovechó que el chico estaba distraído con el beso, para cambiar las posiciones y quedar ella arriba de él. Se separó y colocó su espada en el cuello del joven— Primera regla: No te distraigas.

Nico sonrió y asintió al mismo tiempo que colocaba sus manos en los muslos de Maligna. Se enderezó y comenzó a acercarse a la mujer, la cual colocó sus manos en el pecho del contrario y lo detuvo.

— Aunque me encante esta posición, no es el mejor lugar para hacerlo. —le sonrió y señaló con su cabeza a las personas detrás de ellos.

— ¿Por qué mierda tienen que estar aquí? —Mal se bajó de él y se puso de pie. Extendió su mano y ayudó a su novio a pararse mientras unos chicos se acercaban a ellos— ¿No tienen nada más importante que hacer?

— ¿Y perdernos la función, sombritas? —un chico de tez morena preguntó con una sonrisa— No lo creo.

— Además de que apostamos. —admitió un chico mayor de cabello negro y ojos verdes. Una rubia a su lado lo golpeó en la cabeza— ¿Y eso por qué?

— Se supone que no le dices a alguien cuando apuestas, Sesos de alga.

— Estas esperando mucho de él, Annie. —se burló la de cabellos morados.

— ¡Oye!

La caracola sonó, avisando que era la hora del almuerzo.

Riddle | PJOxHPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora