CAPITULO 4

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En todo el trayecto hacia su casa, Eijiro le ha estado contando todo lo que sucedió la noche anterior desde su perspectiva

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En todo el trayecto hacia su casa, Eijiro le ha estado contando todo lo que sucedió la noche anterior desde su perspectiva. Desde su llegada al columpio hasta su encuentro con Katsuki y los miles de juegos que hicieron ni bien estuvieron en el cuarto del mayor.

Su madre simplemente le sonreía -feliz de escuchar que su hijo lo había pasado bien allá- y reía cuando él trataba de expresarse mejor haciendo usos de sus brazos levantándolos y haciendo muecas graciosas para explicarle mejor de qué estaban jugando.

-Me alegro que hayas conseguido un amigo -Su madre habla sonriente como siempre.

Ni bien escucha la palabra amigo el azabache hace un puchero disconforme cruzándose de brazos. No, aún no era su amigo, Bakugo se lo había dejado bastante claro ayer, pero el rubio no sabía lo insistente que él podría ser con tal de conseguir algo. Bakugo Katsuki se volvería su amigo pues él no se rendiría.

Ayer por la noche hablaron de muchas cosas y por la mañana Bakugo le enseñó su colección de figuras de acción de All Might. Sé mostró orgulloso cuando hablaba de lo difícil que había sido conseguir algunas -especialmente las de edición limitada-, le contó la horas que estuvo esperando a su padre -quien hacía la cola por él al ser menor de edad- para por fin tener la preciada figura en sus manos. El rubio también le mostró su juego favorito de la consola, mismo juego en el que le había ganado y por el que el mayor le había pedido volver.

Tuvo que responder varias preguntas de su parte, pero él no se quedó atrás formulando las suyas de igual manera.

-¿Qué hacías en el parque? -Recuerda haberle preguntado después de que el rubio le diera uno de los cómics que con tanto esmero se esforzaba por mantener.

-Me escapé -dice con simpleza el mayor acomodándose mejor en el colchón-, la bruja no me dejó seguir jugando allá y a mí nadie me dice qué hacer.

Recuerda haberse reído aún sin poder creerse el apodo que le había dado a su propia madre, Bakugo era alguien muy rebelde sin duda. En ese momento no se había percatado de que sus gestos estaban siendo observado atentamente por el otro.

-¿Y si te perdías?

-No soy tan tonto como tú, yo no me perdería.

-¡Ya te he dicho que no es mi culpa! ¡Apenas nos mudamos!

-Entonces no fue muy inteligente de tu parte escaparte.

-¡Tampoco fue inteligente de tu parte hablar con un extraño! -mencionó con sus mejillas rojas producto de la vergüenza, Katsuki tenía razón pero no lo admitiría.

-¿Porqué?, ¿porque tú me harías daño? -El cenizo sonríe burlón y altanero-, no me hagas reír, un llorón como tú no puede ni siquiera tocarme.

Admite que eso hizo a sus mejillas arder en vergüenza escuchando la risa del rubio estallar de fondo. Estaba indignado, solo porque haya llorado esa vez no significaba que no era fuerte, su madre le había dicho que llorar no lo hacía menos o más.

The last tearDonde viven las historias. Descúbrelo ahora