Alrededor de las ocho de la mañana, la madre de Eijiro estaba al frente de la puerta con una expresión angustiada e inquieta. Tocaba el timbre de la casa mientras sus ojos no paraban de buscar alguna ventana en la cual pueda ver a su pequeño hijo asomarse. Ayer, cuando no lo vio esperándole en la puerta como siempre, casi le dió un paro cardíaco.
Y no era para menos, el azabache no era un niño que escapaba por gusto propio, nunca había sido rebelde, en realidad, era muy obediente. ¿Y si lo hubiera secuestrado un extraño? ¿Y si alguien lo convenció de dejar su hogar para irse con él?
La discusión que había tenido con su marido esta vez sí fue fuerte, nunca antes lo había visto botar la cosas al suelo de esa manera ni nunca antes había visto tanta furia en sus ojos. En ese momento solo pensó en sacar a su pequeño de ahí para protegerle. Ella sabía, sabía bien que su matrimonio se estaba marchitando, que su esposo andaba más sensible por las deudas que ambos tenían, pero quería dar lo mejor de sí para salir de ese abismo la cual su familia estaba cayendo. Salvar su matrimonio como esos libros de ayuda decían.
Una rubia salió a recibirla, tenía una gran sonrisa y la invitó a que pasará en lo que ella preparaba algo de té. Se negó, pero Mitsuki fue tan insistente y a parte la necesidad de ver a su pequeño hijo la hicieron cambiar de opinión.
Ahora estaba sentada en un sillón examinando disimuladamente la casa en donde estaban. Era algo grande aunque acogedora y ambos dueños tenían un buen gusto en la decoración, piensa que quizás esa familia tiene una situación económica acomodada.
Pero sus pensamientos vuelven a desviar hacia el estado de Eijiro, quiere tenerlo entre sus brazos y llenarle de besos disculpándose por ser tan mala madre.
Un hombre castaño se sienta frente a ella haciendo que su atención ahora esté en él. El hombre le sonríe amablemente y se presenta. Masaru le cuenta lo que pasó esa noche, que Katsuki había traído a un niño perdido y como no pensaba dejarlo en la lluvia decidió traerlo consigo, allí le dieron ropas para cambiarse y se fue a dormir directamente por ser tan tarde.
La azabache agradece por todos los tratos brindados a su hijo y se disculpa más de una vez aunque Masaru le dice que no era necesario, que, en verdad, no lo han hecho por obligación y que Eijiro les había caído bien a todos en esa casa.
Luego Mitsuki llega con tazas de té dejándolas entablando conversación ni bien se toma asiento al lado de Masaru, así estuvieron durante un rato hasta que escucha el inconfundible sonido de la risa de su pequeño. Sin poder evitarlo, sus ojos y están viendo las escaleras por donde escuchó el sonido provenir, en ellas aparecen Eijiro y un niño rubio —asume que es el hijo de los dueños de la casa—. Eijiro está riendo y verle así hace que todas sus preocupaciones se desvanezcan.
El azabache menor no tarde en darse cuenta de la presencia de su madre por lo que baja las escaleras lo más rápido que puede —casi cayéndose en el último peldaño— y se lanza a sus brazos siendo llenado de mimos inmediatamente. Su madre examina que no tuviese ninguna herida para después besarle por todo su rostro.
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The last tear
FanficCuando sus ojos rojos y llorosos logran enfocar la silueta al frente suyo se siente en paz incluso sin saber el porqué. ✯Pareja: Bakushima ✯Temas delicados ✯Portada y separadores hermosos, bellos, preciosos hecha por Uraraka del ChikaraSquad