Día 5

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El pequeño niño rubio tenía sus ojos cubiertos de lágrimas que intentaba ocultar

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El pequeño niño rubio tenía sus ojos cubiertos de lágrimas que intentaba ocultar.

—No quiero irme —le dijo a su abuelo, intentando que su voz no se quebrara.

—Lo sé Yuratchka, pero debemos volver a casa, podemos volver el año que viene.

—Yo no quiero volver el año que viene —reclamó alzando un poco la voz y comenzando a sollozar— quiero quedarme aquí contigo, aquí puedo patinar, jugar y nadie me molesta.

El mayor le miró con ternura, cada regreso a clases era así, cuando iban a la casa de campo que estaba cerca del lago que se solía congelar en invierno.

—Yo tampoco quisiera irme Yuri, pero las cosas no siempre son como uno quiere, debemos aceptar y adaptarnos a las situaciones para seguir adelante.

Debió aprovechar mejor sus consejos antes de terminar así.

Apagó el cigarrillo tirándolo al piso para luego pisarlo. Levantó la mirada hacia el lóbrego y estrellado cielo.

Los luceros que iluminaban el cielo se veían más hermosos que de costumbre.

Era eso o que en realidad nunca les tomó verdadera atención.

El chico de ahora 23 años dio un largo suspiro antes de frotarse los ojos con pesadez.

Estaba cansado.

Y lo peor era que ni siquiera podía dormir.

¿En qué momento todo terminó tan mal?

La última vez que recordaba haber sido realmente feliz, estaba acompañado de un kazajo de mirada color café intenso que le completaba sin saberlo.

Gruñó levemente ante el recuerdo.

Se supone que ya lo había superado, que era fuerte, que estaba avanzando, enfocado en su futuro.

Pero no, aquí estaba otra vez, en el mismo miserable hoyo rodeado de recuerdos que le acechaban cada minuto del día, esperando a que esté desprevenido para atacar de nuevo, que le mareaban y hacían caer quitándole las fuerzas para levantarse.

Siguió caminando, dejando que sus pies le guiaran a cualquier lugar.

Lo único que se escuchaba era el eco de sus pasos y el pasar ocasional de algunos autos, el alumbrado público comenzaba a opacarse con la niebla que comenzaba a aparecer, la mayoría de la ciudad dormía, sólo veía a algunos adolescentes en las calles, siendo ruidosos, probablemente yendo a alguna discoteca.

Recordó que eso era algo que solía hacer en su momento, solía ir a ver a Otabek tocar en eventos todo el tiempo...

Allí estaban los recuerdos otra vez, suspiró pesadamente, deseando algún día poder aprender a no pensar en nada, así no tendría a su mente recordándole lo del asco que era su vida a cada momento.

𝐄𝐯𝐞𝐫𝐲 𝐃𝐚𝐲 𝐖𝐢𝐭𝐡 𝐘𝐨𝐮 [Otayuri WEEK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora