A ti, que no sabes que existo...

Respeto.

Desde pequeña he escuchado que debo respetar, es una pena, la palabra respetar no es algo que considere todos merezcan, yo para empezar.

—Respeto a las personas que son capaces de unir su mente y su corazón, no contrariarlos ni darle prioridad a alguno: ¿Que caso tiene tener ambos si somos tan faltos emocionalmente para regularlo?

—Respeto a las personas que a pesar de las circunstancias, mantienen su frente en alto: No como reto ni obstáculos, sino como parte de la vida, como una acción más en este molesto camino.

—Respeto a aquellos que viven de lo que realmente quieren y no se definen por una farsa: Hay tantas acciones diarias que demuestran eso que puede llegar a darme asco, ¿Qué gana alguien con aparentar? La teoría de persona habla de un anima falso, visual y corruptible. Felicidades personas así, son más sencillos de manejar que una marioneta.

—Respeto a las personas que encuentran una razón por la que vivir o en su defecto por la que morir, porque nuestra existencia es tan vaga que simplemente se requiere de ganas hasta para morir, se requiere de energía para soltar aquel último aliento y si algo te hace querer respirar o querer dejar de hacerlo, tienes un poco de mi respeto. Porque simplemente yo no lo hago.

No soy un ser humano perfecto, a pesar de mi agrandado ego en (y por) la  sociedad en la que me desarrollo, soy consciente de cual es mi suelo y como ser humano, estás estos y otros ejemplos que solo reafirman mi palabra.

Respeto es una palabra tan fuerte, que su cotidiano uso la desvalorizó tanto que a quien me hable de su respeto, solo me demuestra lo que hay en su cabeza.

Y en realidad, no planeo descubrirlo de no ser necesario, de no ser que yo lo busqué, de otra forma.

Sería perder mi tiempo en un simple ser humano (en su creencia de individualidad) más...

Dedicatoria: Para todos los hijos de perra que alguna vez me expresaron su  falso respeto o aquellos que asumen que tendrán el mío por defecto.