𝐑𝐨𝐭𝐨 : ᵗʳᵘᵉᵈᵃⁿⁱ

🌙 𝖢𝖺𝗉𝗂𝗍𝗎𝗅𝗈 𝖣𝗂𝖾𝗓 🌙

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— ¿Alguien puede decirme?, ¿cuál es la respuesta del ejercicio? — preguntó el maestro de matemáticas. — Si la suma de dos números es ciento seis y el mayor excede al menor en ocho, ¿cuáles son esos dos números? — cuestionó, alejándose de la pizarra.

A lo que gran parte del salón desvió la mirada, tratando de hacer los desentendidos. Mientras que otros intentaban resolver dicho ejercicio.

Manuel sonrió con gracia al verlos de esa manera, las matemáticas se le daban bastante bien. Así durante las clases de dicha materia, no se la pasaba tan mal como los demás.

— ¿Nadie? — el maestro volvió a preguntar, notándose un tanto desesperado al no obtener ninguna participación.

— Son cincuenta y siete y cuarenta y nueve. — respondió Vainstein, más que seguro con que su respuesta sería correcta.

— ¡Muy bien! — dijo el mayor más que contento. — Correcto de nuevo, Vainstein. — le felicito.

A lo que el castaño se limitó asentir en forma de agradecimiento. Escuchando a su espalda, como sus compañeros hablaban de manera despectiva sobre él.

Pero Manuel trató de no tomarle importancia, después de todo, lo que los demás le dijeran no le afectaba en nada.

Aunque había ocasiones en las que no podía ignorarlos.

— Es un presumido. — escucho decir.

— ¿Qué esperabas? Es un Vainstein. — hablaron de nuevo.

Haciendo que el castaño se preguntará: «¿Qué mierda tenía que ver su apellido en todo esto?»

— Su familia es casi igual de importante que la de Mateo.

— Si, aunque Mateo es adoptado. — dijo un pibe, con tinte de burla. — Asi que no se le puede considerar como alguien "importante". — comentó, haciendo comillas en la última palabra. — Mateo no es hijo de sangre de los Ribba. — susurró esto último, pero Manuel fue capaz de escucharlo claramente.

« ¿Cómo se atrevía ese tarado a decir eso sobre Mateo? » Se preguntaba Biquard, quien sentía como su enojo contra aquellos aumentaba de a poco.

Pero se abstuvo de hacer algo dentro del salón. Esperando el momento indicado, para dejarle claro a esos pelotudos, que no tenian ningún tipo de derecho para menospreciar al morocho de esa manera y de ninguna otra.

Y a diferencia del rizado, a Manuel no le daba miedo meterse en problemas. Debido a que creía firmemente, que cualquier lucha por lo que era correcto era válida.

Sin importar las posibles consecuencias que podría tener.

— Ahora necesito que uno de ustedes pase al frente, para resolver el ejercicio número dos. — el maestro interrumpió los murmullos que se escuchan desde la parte de atrás.

Y como era de esperarse nadie quiso participar, Manuel por obvias razones no podía hacerlo de nuevo.

— Entonces, como no hay ningún voluntario, tendré que elegir a alguien. — comentó.

Observando a cada uno de los presentes, quienes se removieron incómodos en sus asientos.

La mirada del mayor se detuvo luego de unos minutos en el segundo mejor de clase, quien supuso que pasaría al frente sin ningún problema.