Sardinas en lata

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Después de la presentación de la tesis, habíamos planeado salir a comer por la tarde a un café de prestigio

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Después de la presentación de la tesis, habíamos planeado salir a comer por la tarde a un café de prestigio. Así que después de acordar una hora, cada quien partió a su casa; el acuerdo era que Miguel pasaría por cada uno a eso de las cuatro y treinta, así que entre el almuerzo y todo lo demás, en menos de lo que cantó un gallo, Carolina y yo teníamos a Miguel, Alexis, Ibrahim y Arianna en la puerta llamándonos.

Los invité a pasar porque aún no estábamos listas, así que entre agite y risas de parte de los antes mencionados y reelección de ropa, porque de paso íbamos combinados sin querer, estuvimos listas. Casualmente los muchachos iban de camisa de jean y las muchachas íbamos de rojo, nos veíamos bastante chistosos.

Fuimos por Gabriela y adivina adivinador, también llevaba una blusa roja.

―¿Nos pusimos de acuerdo o qué? ―pregunta, riéndose y subiéndose al carro.

―No sé, parece que sí―afirmamos. Arrancamos una vez más con destino a cinco de julio.

En el palio parecíamos sardinas en lata, pero íbamos casi todos… exceptuando a Kelly que no apareció en toda la tarde. Pero de igual forma, estábamos junticos. Anteriormente Miguel ya había ido al lugar, así que ya estaba más o menos ambientado con el sitio, pero aun así debido a tanto desorden, nos echamos una perdida en medio del camino.

Recuerdo que cuando llegamos al lugar, la gente del local del frente miró raro el carro, pues parecíamos un carrito de payasos, se bajaron uno, dos, tres, cuatro hasta siete. Ellos dirían ¡¿siete?! Y nos miraban “disimuladamente”.
Pronto entramos al establecimiento y pedimos una mesa, la cual fue situada frente a la puerta. Juntaron dos pequeñas y así nos quedó nuestra mesa. Se nos tendió a cada uno el menú y entonces nos enfrascamos en una conversación madura sobre dinero y sabor de cheescake. A mí me faltaba dinero pues había ido justa y entre todos pusimos para pagar lo del otro.

Cuando ya estuvimos listos para pedir, llamamos a una amable muchacha que era la encargada de nuestra mesa.

―Buenas tardes, ¿qué van a pedir? ―pregunta, tomando su libreta y bolígrafo.

―Yo quiero un cheescake de fresa―Arianna informó primero.

―Yo quiero uno de oreo―Gaby le siguió.
―Yo también, oreo―dijo Caro.

―Chocolate por aquí―Alexis alzó la voz.

―Chocolate por aquí también―informó Ibrahim.

―Yo quiero uno de red velvet―fue mi turno y, el red velvet siempre había llamado mi atención.

―Uhm… yo no quiero cheescake. A mí me das unas panquecas―hizo saber Miguel.

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