IX

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— Luffy... — susurró observándolo embobada. No podía evitarlo, estaba completamente enamorada del chico.

Rápidamente subió las escaleras y casi cuando estuvo frente a él, este notó que Nami había regresado. Se puso de pie de un salto y la expresión distraída que había tenido mientras miraba hacia algún otro lado fue reemplazada por una enorme sonrisa teñida con tonos de felicidad y preocupación.

— Nami... ¡Te extrañé! — le expresó, abrazándola fuertemente y hundiendo su rostro en el espacio del cuello de la chica, la que no esperaba una muestra de afecto tan repentina. Sin perder tiempo, le devolvió el abrazo, haciéndole suaves cariños en la cabeza.

— También te extrañé mucho, Luffy — le dijo con un suave susurro. Se quedaron un instante así, recargando energías, y entonces entraron a la casa.

— Nami, hay muchas cosas que quiero contarte, algunas más importantes que otras, pero... Espero que puedas entender — comentó el moreno, caminando hacia el centro de la sala de estar.

— ¿Por qué no entendería? Tranquilo... ¿Quieres comer algo?, ¿hace cuánto que me esperabas? — preguntó dejando las llaves sobre el mesón de la entrada y caminando hacia la cocina, seguida por el chico. 

— Llegué hace como dos o tres horas... No quise aparecerme por la librería porque, ya sabes, últimamente Rocamadour se ha llenado mucho más de personas. No quería que me vieran por ahí y que luego te causaran problemas — dijo el chico, apoyándose en uno de los muebles de la cocina.

— "Claro, él siempre piensa en mí, mientras yo..." — pensó la pelinaranja un poco enfadada consigo misma, ¿cómo era posible que haya pensado que lo mejor era dejarlo? 

Si bien sabía que las cosas entre ambos no serían fáciles o "normales", no iba a desistir de quererlo, menos sabiendo lo mucho que él se preocupaba por su bienestar, y lo mucho que su amor crecía por él con cada segundo que lo pensaba. 

— Debes tener frío, haré algo caliente, ¿qué prefieres? — preguntó revisando los ingredientes que tenía en la alacena. 

— Nami, en realidad preferiría comentarte una cosa antes de que comiences a cocinar y tomes los cuchillos y todo eso — dijo él entre serio y juguetón, lo que hizo que la pelinaranja dejara todo de lado para centrar su atención en él.

— Yo... El director de la película decidió cambiar un poco la historia y ahora añadió escenas románticas con una modelo, y si bien es mi trabajo como actor poder interpretar todo tipo de papel, quería que lo supieras porque... Eres mi novia, y no me gustaría que creyeras en esos rumores extraños de que estoy enamorado de otra chica o algo similar. Sabes que de todas maneras la gente va a hablar sobre eso, pero no es cierto, yo — decía Luffy nervioso, intentando explicar lo que ocurría, pero Nami se acercó a su lado y no le permitió terminar la idea, depositando en sus labios un beso fugaz.

— Luffy, ya sabía sobre eso. Es cierto que al principio me preocupé y hasta poco antes de verte sentado afuera, en las escaleras, seguía pensando en que quizás no era buena idea que estuviésemos juntos, pero luego te vi y todas las dudas o incertidumbres desaparecieron. Sé lo mucho que me quieres y confío en ti. También confío en lo que siento y no volveré a dudar de esto. Tampoco quiero que pienses que me creeré lo primero que diga la gente, sé que habrá rumores, y los habrá por montón, pero ¿sabes? Quizás así es mejor... No sospecharán de esto — le dijo, susurrando la última frase muy cerca del rostro del moreno, para entonces rozar suavemente sus labios contra los de él.

— Nami... — y sin poder decir más, le sujetó el rostro con una de sus manos para poder besarla adecuadamente mientras que su otra mano le envolvía la cintura, atrayéndola más cerca de su cuerpo. 

Entre letras y amoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora