Tras una semana de viaje por París, de recorrer hasta los más profundos rincones de la ciudad y de escribir cada detalle con su propio toque y apreciación personal, Nami estaba lista para regresar a Rocamadour. Si bien había logrado divertirse escribiendo y recorriendo la capital de manera consciente, no dejaba de sentir que hubiese sido mucho más entretenido haberlo hecho con Luffy. Lo extrañaba tanto que debió ocuparse con un sinfín de actividades para tratar de no pensar en él, e incluso había desinstalado Onegram para evitar entrar a cada minuto a su perfil para ver sus fotografías.
— "Al fin a casa... Luffy, por favor, por favor, por favor, espero que estés más desocupado para poder verte aunque sean solo cinco minutos" — pensó subiéndose al tren con una sonrisa que anhelaba regalar al moreno.
Una vez que llegó a Rocamadour, bajó del tren a toda prisa y caminó de inmediato hacia su casa, procurando pasar por las calles que en algún momento recorrió con el moreno. Inhaló profundamente el aire poco viciado de su ciudad rodeada por bosque; amaba estar de vuelta. En el trayecto, pudo notar que las fans y las personas que habían llegado al lugar interesados por el rodaje de la película habían disminuido notoriamente, lo que quizás podría permitirle reabrir la librería sin muchas complicaciones y, lo más importante, ver mucho más a Luffy.
— ¡Nami! Que bueno verte, ¿a dónde habías ido? — le expresó Nojiko dándole un fuerte abrazo en cuanto la vio atravesar la puerta de la casa.
— Hola hermanita... Estuve por ahí, dando vueltas y reinventando mi vida — confesó la pelinaranja, devolviéndole el abrazo y apoyando el rostro en el hombro de su hermana.
— Me alegro. Ven, deja tus cosas por ahí y tomémonos un té de mandarina, ¡lo acabo de hacer! — y llevándola a la mesa, le contó lo poco que sabía sobre el rodaje y sobre Luffy.
— Ese chico vino cada día a casa a preguntar por ti, como el rodaje ya casi casi termina, no es mucho lo que le queda estando aquí en Rocamadour y seguramente quería pasar más tiempo contigo — le contó sirviéndole una segunda taza de té. La primera se la había bebido en un par de sorbos.
— ¿Es así? Pensé que los últimos días del rodaje iban a ser los más duros... ¿No dijo nada? Es decir, ¿cómo lo viste? — preguntó la pelinaranja sintiéndose al instante preocupada e imaginando, con pesar, al pobre chico de pie frente a su casa, esperando por ella.
— Lo vi preocupado y cabizbajo, después de todo no le contestaste ninguno de los mensajes que te envió — contestó la morena, encogiéndose de hombros.
— ¿Qué?, ¿mensajes? Pero no recibí nada de él... Espera — exclamó Nami, sacando al instante su móvil para reinstalar Onegram, notando que en su bandeja de entrada había por lo menos cuarenta mensajes del moreno.
— Mierda... Creo que nunca intercambiamos números. Mierda, mierda, mierda, necesito ir a ver a Luffy ahora. Seguramente debe haber pensado que no contesté porque estaba enfadada, triste o algo así, como todos por aquí hablaban de él y Rebecca... Nojiko, ¿sabes dónde podría estar? — le preguntó precipitadamente a su hermana, levantándose de la mesa lista para correr fuera de la casa.
— Hoy vino temprano por la mañana, pero luego no dijo a donde iría así que... No sé. De todas maneras deberías intentar ir a verlo al hotel en el que se está quedando, quizás lo encuentras ahí, porque creo haberlo escuchado decir que por hoy no tenía más grabaciones — le explicó la morena con su típica tranquilidad.
— Ok, ¡gracias! Nos vemos después — y antes de poder terminar de pronunciar la última palabra, ya iba corriendo escaleras abajo.
— Suerte... — susurró Nojiko, caminando a cerrar la puerta, observando cómo su hermanita se alejaba a toda prisa por la calle.

ESTÁS LEYENDO
Entre letras y amores
FanfictionPara Nami, ser la dueña de una cadena de librerías no la hacía sentirse particularmente afortunada. ¿La razón? Solo vendían libros sobre viajes turísticos y geografía, algo que a las personas de pleno siglo XXI no les interesaba demasiado, pero ¿qué...