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Después de un tiempo, no son los pecados quienes nos abren las puertas del infierno, sino los sentimientos que surgieron después de provocarlos.

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Abrir los ojos, fue la primera reacción consciente que tuvo Jungkook la mañana siguiente. Estaba desorientado, agotado y con la garganta hecha un nudo, mientras sus párpados cansados evitaban que pudiera apreciar algo, en la poca luz de su habitación.

No sabía qué hora de la mañana era, o si al menos había amanecido. Pero levantarse para ir al baño fue casi instintivo. A pesar del dolor y el sueño que se aferraba en su piel, como un abrigo extra a su desgastado pijama.

Hoy era su único día libre de la semana, por lo que su cuerpo renuente al inesperado cambio de horario, era más lento y torpe. Susceptible a cualquier sonido, normal o fuerte que resonara a su alrededor, pero sobre todo, odiando la idea de volver a la oficina, cuando sabía que la urgencia de su jefe por su presencia allí, no era nada más que por la nueva autora que intenta robarle a la competencia. Una mujer que le hacía pensar en su Nonna.

Entrar en contacto con cualquier cosa que lo relacione con ellos, solo lo estremece.

Es al menos un consuelo el que el pitido estruendoso en sus oídos lo mantenga despierto. No busca encontrarle una razón o inicio a este, y en cambio, sigue su camino al baño a pasos torpes, mientras la sensación de calor lo asfixia. Está sudado. El cabello en su nuca parece pegatina y Jungkook se quita la camisa negra que utiliza como pijama, para secarse el rastro húmedo que ha dejado la noche anterior en su cuerpo. Sin embargo, el calor sigue presente y algunos de sus lugares más íntimos permanecen empapados. La piel le arde, incluso, cuando el ambiente frío de su departamento, debería helarle los huesos.

No le gustaría enfermarse. Y caer en cama solo le traería problemas.

Una enfermedad por gripe o fiebre a estas alturas, con vacaciones restringidas y un jefe en busca de la expansión de su empresa, haría de su puesto un libre vacante a quienes desean ocuparlo entre las sombras.

Jungkook era consciente de ello, y moría de ansiedad.

Por lo que se apresuró hacia el baño, donde se desnudó por completo. Dejando la ropa sucia en el canasto color mamón que había en una esquina.

Abre luego la puerta corrediza de la ducha, intentando con esfuerzo que el rechinido de esta no le taladre los sentidos, más que el pitido constante que aún persiste en su cabeza. Se adentra en ella, y con apuro, abre el grifo, gimiendo a gusto y mucho agrado, como la heladez del agua cubre su cuerpo.

Y solo ahí, de pie sobre el rocío del agua fría, Jeon Jungkook deja de oír el pitido cansino que lo ha despertado. Entonces cierra los ojos con fuerza, disfrutando el silencio. Un silencio que se vuelve nada cuando escucha una voz femenina murmurar una canción.

Sus recuerdos más viejos se dispersan. De pronto ya no se encuentra en su ducha, sino en la que era su habitación cuando era un niño. Está dormido, y una cálida mano le acaricia el rostro, mientras escucha una dulce voz, cantarle una melodía hasta quedarse dormido.

Y es idéntica, no hay duda de ello. Sobre todo cuando la misma voz lo regresa al presente. Un presente donde es un adulto. Lleno de miedo y pánico. Está desnudo en su ducha, su baño, su departamento. Y esa voz, también está ahí, acercándose a él.

Los ojos de Jungkook se llenan de lágrimas, que al empapar sus mejillas, dejan un rastro ardiente en su piel. Un dolor oprime sus costillas y el oxígeno en su pecho lo asfixia.

LITTLE INNOCENT﹁ Kth-Jjk-LlmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora