Domestic

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Tsukishima estaba planeando el cumpleaños de Hinata con mucha antelación. El más bajo estaba en Brasil desde hacía ya casi un año, y todo lo que podría esperar sería una videollamada con sus amigos y familia. La verdad era que, si pensaba que eso era todo lo que su novio le regalaría, estaba muy equivocado.

Dialogó con quien había sido su entrenador por tres años para conseguir el número de teléfono de Pedro, el compañero de piso de Shōyo. Necesitaba su colaboración para llevar a cabo lo que planeaba sin preocupaciones de más, pero eso no evitó que llegara a asustar al brasileño cuando recibió un mensaje en inglés desde un número de Japón.  Unas explicaciones más tarde, Pedro ya encajaba en su plan como pieza de un puzle. Sus conocidos de Japón felicitaron a Hinata el día anterior por la diferencia horaria, algo que Kei ya había tenido en cuenta. Con los cálculos correctos, pudo llamarlo con el tiempo extra suficiente para subirse a un avión y llegar al país que él nunca había visitado. Comunicándoselo a Pedro, él iría a recogerlo en el aeropuerto y llevarlo hasta la casa de ambos. Tomó el vuelo con tranquilidad y una leve sonrisa. A pesar de todas las horas que iba a pasar en el aire, cuando llegase seguiría siendo 21 de junio, pudiendo así felicitarlo en persona.

Se las arregló para guiarse por el inmenso aeropuerto sin tener ni idea del idioma, consiguiendo milagrosamente llegar a la salida en pocos minutos. Saludó a Pedro cuando lo divisó entre la multitud y el contrario lo saludó de vuelta, girándose para abrir las puertas del coche. Lo cierto era que Pedro le tenía un poco de miedo a Tsukishima. Las historias que Hinata le había contado no le hacían ver muy amigable, y su estatura no ayudaba. No fue hasta que estuvieron juntos en el coche y mostró una sonrisa al nombrar a Shōyo que aquellos atisbos de incomodidad desaparecieron. Pedro había salido de casa con la excusa de ir a comprar algo, por lo que no había razón alguna que pudiera guiar a Hinaya hasta la verdad. Varios minutos más y ya se encontraría el rubio delante de su puerta, cargando una pequeña maleta con ropa y arrepintiéndose de no haber comprado alguna tarta por el camino. Sonrió para sí mismo con la mirada gacha y extendió el brazo para tocar el timbre.

—Ei, Pedro! Eu ouvi o carro... —Hinata abrió la puerta justo antes de que el timbre sonara, esperando toparse con su compañero de piso. El rostro se le iluminó al ver quién era en realidad, justo como si estuviera intentando tragar un grito de emoción.

—¿Felicidades? —sonrió soprendido Kei.

Shōyo se lanzó a abrazarlo y se apresuró a dejarle pasar al apartamento, sin darse cuenta de que no paraba de sujetar el brazo de Tsukishima jovialmente mientras le guiaba por cosas tan simples como para que dejara la maleta en su habitación o mostrarle una taza de anime que Pedro le había regalado. 

—Hablando de anime... —procedió a sacar una pequeña bolsa de un bolsillo interior de su abrigo— Te conseguí algo que aquí probablemente no puedas comprar.

De la emoción, Hinata le hizo sentarse en el sofá antes de siquiera abrir la bolsa. El regalo consistía en unos CDs japoneses con algo de merch de edición limitada, y a Kei le hizo gracia cuánto le fascinaban unos pequeños detalles sobre personajes que encontró en una de decenas de tiendas. Hinata no tardó en pillar su pícara sonrisa y paró de comentar cosas de la serie para lanzarse sobre él y hacerle cosquillas como venganza. La risa de Tsukishima ocupó todo el salón solo por unos breves segundos, pues no tardó en sujetar los dos brazos de Hinata y parar su ataque con un beso. Poco a poco, dejó de tensar los brazos y se sentó en las piernas del más alto. Cuando Tsukishima se separó de él, Shōyo sujetó una de sus mejillas y tiró de ella. Siendo ahora Kei quien buscaba vengarse, movió sus piernas bruscamente, provocando que el contrario casi se cayera. Unas risas después, ya estaban en paz.

—¿Quieres ver alguno de los CDs en mi habitación? Aquí tenemos más espacio, pero Pedro fue a comprar algo, puede que llegue pronto y no quiero incomodarlo...

—Oh, pero si hace nada me dijo que no volvería hasta la noche —sonrió Kei.

—¡¿Él sabía que venías!? —exclamó tras unos segundos, como si hubiera estado atando hilos en su cabeza— Pues hoy esta temporada la terminamos sí o sí. Lo siento si estás cansado por el viaje, pero es mi cumpleaños y esto no pasa a menudo, así que más te vale no quedarte dormido.

—¿Qué harás si me duermo? —bufó, como retándole, mientras se volvía a acercar a él— ¿Castigarme?

—Sí, con voleibol. 

La seriedad que acompañó a su respuesta hizo que Tsukishima se dejara caer hacia delante con pereza. En pocos segundos, ya tenía a Hinata atrapado en sus brazos, quien le devolvió el abrazo con fuerza.

—Se nota que me has echado de menos, ¿eh? —comentó Shōyo con una sonrisa.

Kei tardó unos segundos en responder:

—¿Acaso piensas que no voy a poder bloquear tus remates solo porque ahora juegas en la arena?

—¡Oye! —se quejó Hinata mientras acariciaba su pelo— ¡El voley playa es más complicado de lo que parece!

—Sí, sí, mi pequeño ninja, ¿íbamos a ver una serie o una película?

Pedro no llegó hasta bien entrada la noche. Tocó en la puerta antes de entrar con sus llaves, todavía con una pizca de miedo a entrar en un mal momento pero, para su sorpresa, todo estaba oscuro y en silencio. Se adentró en la cocina —que conecta con el salón— y, nada más encender las luces, discernió algo moviéndose en el sofá. Se acercó poco a poco, sin saber qué hacer ni estar seguro de qué podría encontrarse. Saltó del  susto cuando el mando de la televisión cayó del sofá al suelo. Fue entonces que consiguió diferenciar dos cabezas, dos personas recostadas en aquel reducido espacio. Hinata estaba prácticamente escondido en el cuerpo de Tsukishima, quien se había dormido con las gafas puestas. Enfocándose en la lentitud de sus movimientos, Pedro le quitó las gafas y les colocó una fina manta encima. Apagó el resto de luces y dio media vuelta hacia su dormitorio.

—Ahora me toca a mí hacer maratón.

Tsukihina Week 2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora