El día de hoy tengo que volver al trabajo, se agotó mi permiso médico. Es castrante el dolor que siento cuando cae agua fría sobre mi mano y pierna izquierda, siento como cada musculo se encoje y tengo que volver a estirarlos con un pequeño masaje, a veces hasta quiero golpear la pared.
Cosas tan básicas como hacer el desayuno o cambiarme me toma mucho más tiempo de lo habitual y me lastiman de vez en cuando. Quiero ponerme una camisa, pero no me siento con la paciencia de abotonarla.
Al salir de mi casa vuelvo a tener esa sensación extraña, mi cuerpo se hace más lento y pesado, corro mi cabello de la oreja y puedo sentir mis manos heladas. — Joder aquí viene otro ataque de pánico — pienso. Y con razón, estoy a unas calles donde tuve el accidente. Este ataque es aún peor, mis sentidos se agudizan de forma descontrolada, haciéndome extremadamente consiente de todo a mi alrededor, puedo oler el aceite y dióxido de carbono de las calles, puedo escuchar el mar de sonidos que arropan mis oídos y la pacifica luz matutina, se convierte en un faro que apunta directamente a mis ojos, la camisa que traigo puesta se convierte lentamente en una soga atada a mi cuello, los zapatos en una prisión y no puedo continuar caminando.
—Creo que mejor cambio la ruta — susurro, en una forma desesperada de tomar algo de control. Con cada paso que doy alejándome de aquella fatídica esquina, me hace sentir como mi camisa se afloja y todos mis sentidos comienzan a retomar algo de normalidad, el sonido sordo se convierte paulatinamente en el bullicio habitual de las personas que puedo escuchar, mis manos vuelven a responder, aunque aún siguen temblorosas, sigo sintiendo cada latido de mi corazón, es una sensación verdaderamente espantosa.
Llego al edificio donde está la empresa. Este tiene una puerta doble de cristal, la cual abre a ambos lados, con el nombre del edificio, Elelet en medio de cada una, tres candelabros grandes que cuelgan del techo iluminan el interior del edificio con una luz un tanto amarillenta, pero no es molesta a la vista, a la izquierda está el asiento del guardia de seguridad y un poco más adelante, la recepción del edificio; unos pasos delante después de la recepción, hay dos ascensores de cada lado, entre cada uno de ellos una piedra negra con letras blancas, indicando que empresa está en cada planta.
Desde que llego al edificio, apenas saludos y subo al ascensor más cercano; dentro tomo una fuerte bocanada de aire, mientras llevo mi mano al pecho, —este ataque fue muy intenso — susurro, con el poco aire que me queda. Escucho el timbre del ascensor que indica que llegué a la planta correspondiente, la entrada de la oficina donde trabajo está a unos pasos de los ascensores.
En la entrada, a mano derecha está la oficina de la directora ejecutiva, la Dra. Margaret, y a la izquierda esta una pequeña oficina con tres cubículos, con la inscripción Recursos humanos, Licda. Beth. Siguiendo el pasillo central de la oficina encontraras cubículos de dos personas de lado y lado, dejando el medio libre para caminar. Al fondo del pasillo a la derecha está el baño unisex, en el centro está la cocina y con todo a la izquierda una habitación donde hay herramientas tecnológicas, le llamamos la habitación de Tom.
Cuando entro recibo una grata sorpresa, todos están esperándome con un bizcocho y un pequeño cartel con la frase "Bienvenida de vuelta".
Recuerdo que hacemos esto de forma habitual, cuando alguien cumple años, se casa, da a luz, esta celebración, aunque por motivos diferentes se siente igual, compañeros dándome palmadas vacías de sentimientos en la espalda, y otras verdaderamente felices por mi recuperación.
Las tres personas que logro visualizar primero son Tom, Jana y Samanta, los cuales tienen alegres sonrisas porque estoy de vuelta.
—¿Estas bien? Te veo un poco pálida — pregunta Tom, con el ceño un poco fruncido, en señal de preocupación.
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La complejidad de Teresa
RomansaCada momento en el día es una decisión que tomamos, o la consecuencia de un conjunto de consecuencias que no podemos controlar, para Sara Tambers esto fue una dura realidad el día que sufrió un accidente de tránsito camino a su trabajo. Pero su fuer...