5. Voyerismo. [Mordekaiser x Karthus]

796 41 19
                                    

Palabra: voyerismo.
Pareja: Mordekaiser x Karthus.
Aclaraciones: universo Pentakill.

Se tumbó en la incómoda cama del hotel. Luego del concierto no tenía fuerzas para más nada, había dejado todo su esmero en el espectáculo, y nada le satisfacía más que los gritos eufóricos de los fans.

Dejó junto a su cuerpo el largo micrófono que lo acompañaba en todo momento, era el único que conocía su depravado secreto; o eso fingía Karthus algunas noches. La puerta de la habitación estaba entreabierta, para él, para cuando apareciera a observarlo en su ritual.

Comenzaría con su extravagante traje. Las pesadas hombreras fueron las primeras en caer, luego su nueva pechera y, por último, la larga tela que abrigaba por completo su fina piel. Unos pesados pasos se escucharon, era la señal de que el último show antes de dormir empezaba.

Para sumar el morbo, la cama quedaba en perfecto ángulo al hueco de la abierta puerta. Nadie se atrevería a pasar por allí, Mordekaiser no permitiría que nadie lo irrumpiera.

La musculosa negra, a juego con su pantalón, relucía aún más con su blanco maquillaje. La luz de la habitación molestaba sus ojos, había olvidado apagarla. Nada que cerrar los ojos y dejar volar su imaginación no solucionaría. Quizás en esta oportunidad, él se uniría.

De solo imaginarlo, su miembro palpitaba apresado por las prendas. Y los pezones se erizaban en busca de atención. La agitación le recorría por completo, vibrándole hasta la punta de sus dedos que practicaba atención sobre sus rosados pezones, sobre el ropaje.

Mordisqueó con algo de fuerza su labio inferior, no quería malgastar su voz más de lo necesario. Luego del concierto necesitaba relajar su garganta o terminaría afónico esa misma noche.

Sus manos continuaron la labor, dirigiéndose ahora a su entrepierna. Jugueteó unos segundos con el botón y cierre, fingiendo tener intenciones de sacarlo para al final volver a acomodarlo. Un resoplo del otro lado de la puerta, le indicó cuanto desesperaba ese tonteo al guitarrista del grupo.

Con la izquierda, tanteó a su lado hasta dar de nuevo con su micrófono. Sujetándolo casi de la punta, lo llevó hasta su boca; donde con el pico de su lengua fue ensalivando el objeto, preparándolo.

Ignoró el hecho de que fuera un simple artefacto y lo engullo en sus labios como si se tratase del miembro de su fisgón. Sonrió con dificultad sin detener su labor, era excitante fingir inocencia e ignorancia. Simular que nada de lo que pasaba algunas noches, no existía.

Karthus sólo se había ido a dormir, y Mordekaiser jamás se había pasado por su habitación a espiarle.

Llegado el momento, el pantalón fue botado al suelo, solo interrumpía sus siguientes movimientos. Su diestra no le daba respiro a su miembro, masturbándose mientras introducía la punta del micrófono en su interior.

Las paredes de Karthus se iban abriendo cada vez con más avidez, devorando una buena parte del extenso micrófono. Su imaginación lo hacía sentir insatisfecho, no era suficiente con el refinado metal, ansiaba más. Por ejemplo, al vigoroso Mordekaiser.

Chitó molesto al tener que conformarse con ello una vez más. Daría el mejor espectáculo, tan exquisito que el guitarrista dejaría de ser un estúpido voyerista y le daría lo que tanto suspiraba.

Aclarando su garganta, dejó tiesa ambas manos. Las piernas le temblaban, sin poder contenerlas y el calor en la habitación era cada vez más fuerte. Demostrando su destreza, giró en un rápido movimiento, teniendo cuidado con el micrófono, de no golpearlo, de no mandarse alguna idiotez.

La posición era más incómoda de lo que hubiese imaginado, pero no se detuvo. Mantuvo todo el peso de su cuerpo sobre las rodillas y uno de sus codos, dónde la mano quedaba a la perfección para masturbarse. La otra, la mantuvo firme, sosteniendo el micrófono y penetrándose a sí mismo al contornear el artefacto en un hábil movimiento de caderas.

Sus gemidos sonaban algo roncos, teniendo que aclarar su garganta cada tanto. Al sonar cada vez más fuerte, el pelilargo tuvo que enterrar su rostro en la almohada, detalle que enfureció a Mordekaiser, que, al igual que el vocalista, brindaba atención a su falo. Aprovechando la desventaja visual que tenía el contrario, entró sigiloso a la habitación, cerrando la puerta detrás suya sin ningún sonido.

El musculoso observó cada contorno del cuerpo de Karthus. Se deleitó con las alzadas caderas, dejando ver el redondo trasero devorando sin pudor el micro. Remojó sus labios, secos de estar todo el rato embolado; si pudiera quemar con la mirada, Karthus ardería desde muchísimo tiempo.

Los dientes del vocalista se enterraban en el algodón de la almohada, callando todo sonido que pudiera delatarlo al creer, todavía, que la puerta estaba abierta. Ingenuo a ese pensar, se permitió gemir un par de veces el nombre de su compañero.

Su perdición.

El pelilargo no contuvo el grito, de dolor y vacío, cuando el grande quitó sin cuidado el objeto en su interior. El eco del micrófono cayendo al suelo, de seguro llamaría la atención de alguien, en el extenso hotel. Karthus no tenía tiempo de distraerse con tonterías, porque sus plegarias fueron escuchadas, y su culo palpitaba de goce ante del miembro contrario aventurarse dentro.

―No te detengas ―susurró tomándole de sus cabellos para apartarle del almohadón. No había necesidad de callarse.

Sólo arrodillado en el colchón, con su cuerpo recto, Mordekaiser observaba a su pene desaparecer en el interior contrario, tomando grandes bocanas de aire y expulsándolo por la nariz para no opacar los sonidos del vocalista.

Con una de las manos sujetó firme su muslo y ayudó a este a moverse cada vez más rápido e impreciso. Bastante había obtenido del juego previo, y no aguantaría mucho más tiempo esta primera vez.

Los gemidos se mezclaban con lamentos. El fuerte tirón en sus cabellos dolía, pero las embestidas y el masturbarse le nublaban su mente. Era tanto el placer, su imaginación quedó obsoleta al probar en carne propia el verdadero placer, el verdadero goce.

Sin poder notificar, dejó de moverse y recostó todo su cuerpo sobre el colchón, viniéndose sobre este y manchando tanto tu pecho, como las sábanas. Ya notificaría a la recepción del hotel el percance que tuvo.... Algo inventaría. Las caderas aún se movían, incómodas, por el bombeo que recibía todavía. A Mordekaiser no le importaba su placer, o que ya hubiese terminado, el show aún continuaba, terminaría cuando este se corriera.

Su piel quedaría marcada ante los fuertes dedos que apretaban sus nalgas y piernas, era un malestar satisfactorio, cómo todo lo que Morde hiciera sobre su cuerpo. Y sonrió orgulloso porque su espectáculo funcionó a la perfección.

Suspiró, ahora incómodo, cuando un líquido blanco cayó sobre su espalda. Sentía un par de cabellos pegándose a su piel y contuvo su enojo. Ya se vengaría del torpe hombre, en las prácticas, o luego de un concierto al llegar al hotel. Estaba exhausto, manchado y sólo.

Mordekaiser se marchó, sin decirle nada. Se las pagaría. En su próximo espectáculo, no permitiría visitas.

Challenge ─  Smut League of Legends.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora