No me ilusiones.

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Levi estaba en casa de su amigo, en la cama, y estaba siendo besado y tocado de distintas maneras en las que a cualquier persona le daría un enorme placer, pero aún en ese tipo de situación no podía sacarse de la cabeza a Eren. 

Los besos de aquel hombre los sentían vacíos, al igual que sus toques, sin embargo con el ojiesmeralda todo era distinto. Él era suave y delicado, era divertido y recorfortante, y aunque no hubiera dormido en horas y estuviera de un humor de perros, incluso en esas ocasiones, lograba hacerlo sonreír.  Levi sabía a la perfección que nadie en el mundo podía lograr aquello, excepto él. Fue en ese instante, cuando finalmente llegó a una conclusión. Creo que es momento de acabar con este amor sin futuro..., pensó.

- Jean... espera... - este, que estaba besando su cuello hizo lo demandado - lo siento, pero no puedo...

- Es por ese chico ¿no es así? - adivinó, pero contrario a enfadarse por ello, apenas el dio importancia, y Levi no sabía que decir ante ello.

Fue como si prácticamente huyera del lugar.  Se vistió rápidamente y salió de la casa. Tomó un taxi y llegó a apenas dos calles de su hogar. Prácticamente corrió, hacia su casa, pero cuando entró se percató que estaba desierta. Creyendo que estaría durmiendo, entró lentamente a la habitación, pero se sorprendió al encontrarla vacía.

Podría haberlo dejado para la mañana siguiente, pero cuando estuvo a punto de hacerlo, una vocecilla en su interior se lo impidió.

- Ah... Ese mocoso... - y tan pronto como llegó, volvió a salir del edificio.

Levi estuvo buscando por los alrededores, pero no encontró nada

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Levi estuvo buscando por los alrededores, pero no encontró nada. Intentó llamarlo y mandarle mensajes en numerosas ocasiones, pero el castaño no respondía. Era obvio, pues aunque Eren notaba como su móvil sonaba y vibraba constantemente ni siquiera se tomo la molestia en ver de quien se trataba, solo quería silencio.

El azabache estuvo andando  por varios lugares del vecindario, pero no logró hallarlo. Cansado como estaba, se sentó en uno de los bancos del parque y lo intentó una última vez. Supuso que el final sería el mismo, pero no lo fue. Puede que fuese una equivocación, pero aún así, sus piernas se movieron solas, pues, al mismo tiempo en el que hacía la llamada, oyó como un móvil sonaba a una escasa distancia suya y cuando estuvo lo suficientemente cerca, lo vio. Sentado en una mesa, en espera de algo o alguien y con la mirada perdida.

Antes poder acercarse y romper el hielo, fue hacia una máquina expendedora que habia a la entrada del parque, comprando dos bebidas y una pequeña bolsa de snaks. Cuando regresó, el castaño estaba en la misma posición con el que lo dejó, con la excepción de que comenzaba a golpearse ligeramente la cabeza contra la mesa. Aquello le pareció extraño, incluso gracioso se podría decir. Se acercó lenta y sigilosamente a este, que parecía no haberse percatado de su presencia. Por ello, antes de que se golpease de nuevo, situó aquella bolsa bajo su cabeza. el muchacho se asombró ante la repentina acción, y lo hizo más, al ver el rostro de la persona que tenia ante sus ojos.

Un amor sin futuro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora