Capitulo 1

355 12 1
                                    


Hay una cosa que la vida me ha enseñado: que no puedes creer en todo lo que te han dicho.

Cuando era niña me dijeron que cuando muriese encontraría el paraíso, no tenía idea de lo que significaba, tal vez era que me encontraría en paz y que no tendría que preocuparme por los problemas que hay en el mundo. Y que una vez que te vas, ya no hay forma de regresar; pero eso no es verdad.

Mi nombre es Rose Lee, tengo dieciséis años y hace un par de días me asesinaron. Era un día común, iba de regreso de la escuela, había un señor que tenía un par de bolsas cargando y me ofrecí para ayudarlo, él aceptó y camine con él hacia su casa. Llegamos a una casa color mostaza, me quede sorprendida de lo grande que era.

-¿Me puedes ayudar a dejarlas dentro de la casa?-me preguntó el hombre.
-Claro- conteste.

Entramos a su casa y él cerró la puerta, en ese momento me empecé a poner nerviosa.

-Ya me tengo que ir- dije con voz temblorosa- le prometí a mamá que llegaría temprano a cenar.
-Ah, ¿sí?- me preguntó acercándose a mí, me tomó de la cintura y me acercó a él, me puse tensa en el momento que él tomaba de mi.
-¡Ayuda!- grite.

No tuviste que haber hecho eso- dijo, sacó una navaja de sus bolsillos y me la clavó en el estómago.

Me desperté pensando que solo era un sueño, pero cuando se aclaró mi vista, veo mi cuerpo tumbado en el suelo, pálido, frío y sin vida.

Me giro a la derecha y veo al mismo señor lavándose las manos, quitándose unas manchas rojas de las manos, esas manchas eran mi sangre. Me encuentro perdida, volteo a mi izquierda y veo mi cadáver, volteo a la derecha y veo a mi asesino lavándose lo que queda de mí.

Se me llenan los ojos de lágrimas y me tumbo en el suelo a llorar; parece que dure mucho tiempo así, porque cuando abro los ojos estoy en un prado, me levanto secando con la manga de mi suéter mis ojos y camino, creo que de esto es lo que me hablaban, tal vez estoy caminando a lo que se conoce como el "paraíso". Camino hasta más no poder, pero imágenes de mi hermano vienen a mi cabeza, sé que no puedo morir ahora, no puedo dejar a mi hermano con mis padres que nos maltratan, porque dicen que por nuestra culpa se tuvieron que casar.

Mi hermano es tan solo un año menor que yo, pero aun así no comprende muy bien la situación. Tengo que protegerlo y no podré hacerlo desde aquí.

Corro de regreso, cuando llegó al mismo lugar donde comenzó todo, está oscuro y no veo nada, se enciende una luz al final del pasillo, camino hacia ella, cuando de pronto abro los ojos.

Pero no soy yo, soy de muy baja estatura y tengo pelo por todas partes, también tengo un muy agudo oído y olfato, me lastima el olor putrefacto que proviene de la basura, estoy parada en cuatro patas, eso solo significa una cosa, soy un perro.  

Más allá de la realidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora