Capitulo 4

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  Estoy sentada afuera de la escuela George, ya casi es hora de la salida y lo estoy esperando. Después de unos minutos, a lo lejos lo veo venir.

-Hola Rose, ¡Wow! eres muy lista, solo has venido aquí una vez y ya sabes llegar sola.

«Si supieras...-pensé.»

-Vámonos.

Al llegar a casa mis padres estaban reunidos en la habitación de George.

-George -dijo mi madre.
-¿Por qué están en mi habitación?- preguntó George confundido.
-Hemos hablado y... y decidimos que el perro se va- dijo mi padre.
-¿Qué?, ¡No!- gritó mi hermano enfurecido.
-¡Claro que sí!- gruñó mi padre - ¡estuvo a punto de atacar a tu madre!.
-¡Ella solo me protegía de.... Ustedes!- aseguró George.
-¡Se va el perro solo o tu te vas con él!- gritó mi madre.
-¡Pues me voy!, ¡ya no los soporto!-contestó.

Mi hermano sacó una mochila de un cajón y empezó a meter su ropa en ella, su cara estaba roja como un tomate, respiraba con rapidez y se tiraba del cabello intentando de tranquilizarse.

Después de que George se tranquilizó, sus ojos se pusieron vidriosos y una pequeña lágrima le cayó por la mejilla, se la limpió como si fuese una gota de sudor, pero después de unos minutos una ola de lágrimas inundaron sus ojos, se sentó en la cama con las manos en los ojos y repitiéndose a si mismo ''Respira, respira es mejor salir de esta casa''.

«Nos vamos por fin- me dije- pero ¿a dónde? »

George se secó las lágrimas, se levanto de la cama y caminó hacia la puerta, observaba cada detalle de su habitación, luego voltea para que lo siga. Bajamos las escaleras y mis padres están en la sala.

-No tienes idea de lo que estás haciendo, George- dijo mi madre.
-¡Jódanse!- gritó George sin dudarlo y azotó la puerta. Su respuesta me hizo tan feliz, que salí de la caza meneando la cola.


Salimos de la casa; está frío afuera, mi hermano solo se pone el gorro de la chamarra y observa a su alrededor para elegir el camino por tomar, me lanza una sonrisa que luego se convierte en una mueca. Luego seguimos nuestro camino, mientras caminábamos George suspira.

-Nunca pensé hablarle así a mis padres- comentó con un mano en la cabeza- pero es que la verdad ya no los soporto, no entiendo como se pueden dar el luego de ser así después de los pésimos padres que han sido.

Yo solo lo escuchaba con atención lo que decía, quería que él supiera que me importaba cómo se sentía y que supiera que siempre estaré para él. Caminamos por la acera mientras me contaba todo lo que pensaba, después de unos minutos George deja de caminar.

-Rose, vamos a ir a la casa de mis abuelos. Perdimos el contacto con ellos desde la muerte de mi hermana, dicen que mis padres no saben tener hijos, que no saben como cuidarlos, y como ves, tienen razón.

Mis abuelos nos adoran, dicen que le hubiera gustado que su hija hubiera sido como nosotros, que no se hubiera acostado con el primero que se le cruzó. Mi madre quedó embarazada una noche que salió de fiesta, conoció a mi padre y sucedió, al enterarse mi madre de que estaba embarazada se casó con él. Mi abuela dice que lo único bueno que había salido de ese matrimonio éramos nosotros.

Caminamos hasta llegar a una casa color azul, tenía un hermoso jardín lleno de flores, tocamos y mi abuela abre con una sonrisa de oreja a oreja.

-Hola George- saludó mi abuela.
-Hola abuela, creo que tengo una mala noticia- contestó George.


Mi abuela hace un gesto de confusión.

-Son mis padres -prosiguió mi hermano -me corrieron de la casa. Encontré a esta perrita en el funeral de Rose, y mi mamá me dejo quedarme con ella, pero hubo un accidente: mi madre me quería pegar y ella me defendió, y cuando llegué de la escuela me dijo que se iba el perro sólo o yo con él, y me fui.
-Que mal están tus padres, me imaginó que quieres quedarte aquí...
-Sí- contestó- pero no le digas a mis padres donde estoy, no lo quiero volver a ver.
-Esta bien, pero no te aseguro nada.    

Más allá de la realidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora