Prólogo: El comienzo del fin.

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Prólogo: El comienzo del fin.

Aún recuerdo aquel momento en el que estábamos los dos en aquella habitación, sus ojos cafés profundos recorrían la luna, sólo quería acercarme y besarlo, pero el miedo al rechazo, a que ya no sintiera lo mismo, era cada vez más mayor. Todo pasó muy rápido, él estaba sentado junto a mí en el ventanal, sus ojos aún recorrían la luna llena que brillaba abundantemente sobre nosotros.

-¿Estás bien?-pregunté acercándome a él, su perfil me derretía en el interior.

-¿Cómo estar bien con lo que acaba da pasar? ¡Nos prohibieron vernos!-dijo sin quitar la mirada de la luna.

-Pe...Pero no podemos hacer nada-dije con la cabeza hacia abajo mirándome las piernas.

Me daba temor la reacción que pudiese tener, él es impulsivo, hay momentos en que explotaba y sólo yo podía calmarlo, pero cuando yo soy la culpable, nadie puede calmarlo, sólo depende de él en esos momentos.

No respondió, el silencio que hubo fue grande, estaba incómoda y nerviosa por la respuesta que pudiese darme. Después de ese silencio, se levantó por fin del sillón café gastado en el que siempre nos sentábamos a mirar el cielo, y se dirigió a una cómoda que estaba cerca de nosotros. Al abrirlo, saca una navaja anaranjada.

-Ya no quiero vivir-dijo colocándose la navaja en el cuello.

-¿¡Qué dices!? Claro que mereces vivir- dije acercándome a él rápido.

-No, si no puedo estar contigo, no viviré, no me dejes seguir con mi familia-dijo forzando más y más la navaja, llenándola inmediatamente de sangre, sangre oscura.

No soporté la frase, me acerqué a él, intenté quitarle aquella arma, pero él se rehusaba, comenzamos a forcejear, su cuello sangraba demasiado. Él soltó la navaja y se colocó ambas manos en el cuello, sangraba demasiado, se tiró al suelo apoyándose con una de sus manos en el suelo junto con sus rodillas, levantó la mirada, me miró desesperado, no reaccioné a qué hacer, me senté frente a él "quédate tranquilo, voy por ayuda", me levanté y salí de la habitación y bajé a la cocina en busca del teléfono para llamar a emergencias. Al momento de marcar y que me contestaran, siento una punzada en mi costado, instintivamente coloqué mi mano en mi costado, el dolor era insoportable, comencé a sentir mi mano húmeda, la observo. Estaba cubierta de sangre, rápidamente me volteo, no había nadie, me siento en el suelo, sentía como palpitaba, el cuchillo cubierto de sangre estaba a mi lado, apoyé mi cabeza en la pared, intento respirar, pero cada vez se me era más difícil, intenté calmarme.

Sentía mis piernas adormecidas, la cabeza me daba vueltas, la respiración se me hacía cada vez más difícil de hacer, la cabeza me palpitaba y mi vista comenzaba a nublarse; mis manos cada vez tenían más sangre, presionaba intentando detener la hemorragia, pero ya era intensa. Me dieron ganas de dormir, lentamente comencé a cerrar los ojos, de apoco comencé a relajarme, ya no sentía nada, mi respiración cada vez era más lenta, mis ojos se cerraban...pero, sentí un disparo. Un disparo proveniente de arriba. Sinceramente, no sé de dónde saqué las fuerzas, subí rápidamente, sabía de qué parte de la planta superior provenía, su habitación.

-¿Claus?-dije apoyándome en la pared, sentía como mi sangre salía de mi costado, sentía como me debilitaba, pero tenía que llegar a su habitación, tenía que asegurarme de que no hizo ninguna cosa que le diera fin a su vida.

Tras duros minutos, logré llegar a su habitación, la puerta estaba entreabierta, al abrirla vi que la ventana estaba abierta por completo, las cortinas estaban rasgadas, la habitación por completo estaba desordenada, se notaba que hubo una lucha. Intenté encender la luz pero el interruptor no cedía, estaba todo oscuro, lo llamé con la voz débil. Escuché un leve gruñido proveniente de un lado de la pieza, miro sigilosamente y logro mirar un bulto que logré diferenciar que era él. Ya a duras penas me acerco hacia él, estaba boca abajo, lo primero en que enfoqué mi mirada fue en su cuello. Estaba repleto de sangre, intento moverlo, quiero verle la cara, respira con dificultad, me toma de la mano, me mira y sonríe levemente.

-Ammy-dice con la voz colgando de un hilo, sonríe-perdóname.

-¿Por qué te perdonaría? no tengo nada que perdonar-dije intentando no llorar, sabía lo que se venía.

-Por...-intenta respirar-favor.

-Está bien, te perdono-dije llorando, no sólo por ver a Claus así, sino también porque cada vez sentía que me moría más y más.

No podía contenerme ningún minuto más, recosté mi cabeza en el pecho de él, sentía sangre en mi oreja, tenía una herida en el pecho, podía sentir como sincronizábamos nuestras respiraciones lentas, se estaba muriendo. Me estaba muriendo. La herida me dolía cada vez más, me sentía vacía, literalmente, vacía. Sentí una bocina de ambulancia, cerré mis ojos, lo que más deseaba que esa ambulancia fuera para nosotros; sentí como se abría la puerta y como subían por la escalera, y en ese momento, preferí relajarme, que pasara lo que tuviese que pasar.

Eso es lo único que recuerdo de ese momento.

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Nunca te dejaréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora