|DÍA 7 PARTE UNO|

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Ofrécete a hacer con ella algo de la boda, el chiste es pasar el mayor tiempo posible a su lado.

*

—No entiendo porque debes llevarte a mí bebé —chilló Blaise como niño pequeño abrazado de la parte delantera del coche.—Ya sé que tú lo compraste, pero me he encariñado mucho con ella.

—¿Ella?

—Se llama "Preciosa" —respondió Pansy de mala gana. Solté una carcajada ante el apodo ridículo que le había puesto al auto.

Gregory y Theodore caminaron hasta Blaise para quitarlo del auto y dejarme echarlo a andar.

—¡Usa la magia y deja a Preciosa aquí!—siguió el tratando de soltarse del agarre de los otros dos.

Asomé mí cabeza por la ventanilla del coche para mirarlo con obviedad. En verdad que Blaise estaba colmando mi paciencia.

—Estamos tratando de que Hermione se de cuenta de que he cambiado.

Todos rodaron los ojos dándome el avión. Decidí ignorarlos nuevamente y poner en marcha el auto para ir al ministerio a verla, me despedí de todos con ayuda del claxón para luego salir de los terrenos de la Mansión a toda prisa.

Miles de pensamientos atormentaban mí mente durante el camino. Estaba tratando de mantenerme positivo ante la situación, pero los nervios podían cada vez más conmigo. El hecho de que solo contaba con 3 días más para hacerle cambiar de opinión me tenían sin dormir y las ojeras debajo de mis ojos eran la prueba de ello.

Sí tan solo hubiera puesto el mismo empeño que estoy haciendo por impedir su boda para mantener nuestra relación hace unos años, probablemente no estaría con los pelos de punta y esta sería una historia totalmente diferente, pero no había tiempo para arrepentimientos.

Lo importante era impedir esa boda.

En todo el resto del trayecto hasta el ministerio, mi menté voló a ella, ciertamente tampoco había podido dejar de pensar en ella en estas últimas horas. La imagen de su rostro tranquilo mientras dormía cómodamente a mí lado en la cabaña, porque sí, admito que pasé gran parte de la noche observándole dormir, ¿por qué?

La primera, es realmente hermosa que apartar la mirada de ella fue casi imposible, y la segunda, una parte de mi quería atesorar esas imágenes en caso de que mí plan fallara y Hermione terminara casándose con Weasley y por ende, conmigo perdiéndola para siempre.

Aparqué el carro en la acera del frente y me bajé a toda prisa, no tenía tiempo que perder. Observé con satisfacción cómo había una muggle vendiendo unas flores cerca de la entrada al ministerio; me acerqué dando pasos rápidos, al inspeccionar con cuidado las flores de su negocio me sentí aún más afortunado al encontrar entre todas ellas una margarita que destacaba entre las demás por su brillo, justo como Hermione destacaba.

—Se ve tan preciosa, justo como ella —murmuré sin darme cuenta, la señora me miró con demasiada ternura por el comentario. De inmediato sentí como ardían mis orejas como respuesta, carraspee tratando de mantener la compostura—. ¿Cuánto por la margarita?

—¿De verdad es así de preciosa tú novia, muchacho?

—Me faltan palabras para expresar lo hermosa que es —respondí, ella sonrió aún más, tomó la flor y me la ofreció.

—Te la regalo muchacho.

Sé agradecido. —la voz de Hermione reprendiéndome cuando estábamos juntos llegó a mí cabeza.

—Gracias, es muy amable.

—Gracias a tí, ya hubiera querido yo que en mis tiempos hubieran muchachos tan guapos como tú.

Como Impedir Una Boda En 10 Días✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora