2. La verdad

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Pude ver una habitación descuidada, giré mi vista por la habitación, pero no me movía de donde estaba; fue cuando mis ojos pudieron verla, era mamá. Estaba acostada en su cama, papá y yo nos acercamos a ella para así poder contemplarla. Papá sacó un ramo de rosas de la mochila que colgaba en sus hombros y se las entregó a mamá. La expresión de tristeza de su cara se desvaneció al ver las rosas. La contemplé, su cara no era nada como la recordaba, se veía desgastada y cansada, llevaba una bandana en la cabeza, y pude notar que su hermoso cabello castaño ya no estaba.

-H...hija...ven... acércate... dijo mamá débilmente.

Me acerqué, empezó a toser, y me hizo la seña de que me acostara junto a ella, justo cómo era antes, me acurrucó junto a ella y dijo "todo estará bien" porque había visto mi cara de preocupación. Papá comenzó a llorar cómo lo haría un niño pequeño, se arrodilló y abrazó a mamá. Ella lo abrazó también, pero lo retiró de sí, como también lo hizo conmigo.

-¿Ya han comido?- preguntó mamá.

-Sí, comimos pollo, llevé a Lily a comer hace un rato... ¿Tú ya comiste?- preguntó papá.

-N...no. No tenía hambre... Jim, por favor, lleva a la niña a jugar a la piscina, dejen que me cambie y ahora los alcanzo- dijo mamá.

Papá me sacó de la habitación y cerró la puerta. Ambos bajamos las escaleras hasta llegar a la cocina, que fue dónde papá me dirigió. Abrió la alacena, revisó los alimentos que estaban completamente sellados, estaban pasados de la fecha de caducidad. Papá volvió a llorar y me hizo entrar al auto.

Fuimos hacia el supermercado, papá me dejó esperando dentro del coche. Después de 40 minutos, regresó con dos carros llenos de comida y provisiones. Subió al vehículo, y regresamos con mamá Papá le cocino una rica merienda. Después fuimos a la alberca, pero ella no se metió, se quedó sentada en uno de sus camastros, abrigada. Llegó la oscuridad de la noche, y papá me dijo que nos íbamos ya. Me despedí de mamá, pero prometí volver. Era sábado, y el lunes tenía escuela, así que le dije que regresaría el viernes. Aceptó.

Subimos al auto una vez más, de nuevo estaba callado, pero, a mitad del camino, se detuvo en un restaurante chino, y fuimos a cenar.

-Lily, tengo que decirte algo- dijo papá.

-Es acerca de lo que le ocurre a mamá, ¿Verdad?- le pregunté. Dirigió su mirada al suelo, suspiró, tomó un sorbo a su refresco, y continuó.

-Lily...tu madre... tu madre... ella... ella no está bien- dijo papá.

-¿Qué tiene? ¿Papá?- pregunté. Él me miro con unos ojos tristes, quería soltar en llanto, pero fue fuerte y continuó.

-La razón de qué tu madre y yo nos divorciáramos, fue que... ella... ah...- suspiró - Hace 9 años le detectaron cáncer en primer nivel, no tán agresivo, pero ella sabía lo que le esperaba, por los tratamientos, más que nada, ella decidió que no nos quería hacer sufrir, e inmediatamente me pidió el divorcio. Tuve que aceptar, me lo imploró, y le dejé la casa dónde vivíamos. No pienses ni or un segundo que tu madre es mala, ella te dejo de buscar, porque no quería lastimarte, y, si te llevé con ella hoy, fue porque los tratamientos no funcionaron, ella... pues... tiene un cáncer avanzado, en étapa términal, no le queda mucho a tu madre, y ella me pidió estar contigo. Nunca dejé de rezar, nunca dejé de darle dinero, nunca dejé de amarla- dijo papá.

Al terminar de decir todo eso, papá lloró de nuevo, lo abracé. De regreso a casa, no sabía que hacer, si gritar, llorar, no sabía. Me sentía culpable por haberla juzgado mal todo este tiempo. No podía aceptar el hecho de que, mi madre esperaba morir, no quería eso, estaba deprimida.

Papá comenzó a rezar. Yo me fuí a dormir.

El secreto de la FelicidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora