6. La úncia e irremplazable

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Papá me hizo vestirme de nuevo, subimos al auto de inmediato. Conducía como loco, había mucha lluvia, tanta que era difícil ver el camino que recorríamos. Se pasó muchos altos, pero realmente no importaba, porque era inquietante saber qué ocurría.
Llegamos al Hospital, el enfermero nos reconoció por la última vez que estuvimos ahí, nos puso al tanto enseguida de llegar.

-Ella está grave- dijo.
-¿Podemos verla?- preguntó papá.
-Lo lamento, señor. Lo llamamos para que firmara este consentimiento. Ella entrará a cirugía, para intentar remover el tumor- dijo.

Hubo un silencio incómodo, pero papá firmó. Así pues, estuvimos en la sala de espera mucho tiempo, pasamos el resto de la noche ahí, papá no dejaba de rezarle a un Dios del que empezaba a dudar. La tormenta de la noche empezó, pero papá se acercó a mi y sujetó mi mano con mucha fuerza. Me sentía muy mal, estaba preocupada por mamá. No pude contenerme, comencé a llorar cómo estúpida durante un tiempo.
Un doctor salió de aquellas puertas imponentes que conducían hacia los quirófanos, era el Dr. Thomas Wilson. Se acercó al lugar donde estábamos.

-¿Familia de Sarah Parker?- preguntó.
-¡Nosotros!- dijo papá rápidamente.
-Fui parte de la cirugía de su esposa- dijo.
-Si... Si... ¿Cómo está ella?- pregunté.

Hubo otro silencio, el se estiró el cuello, papá empezaba a perder los estribos, hasta que el doctor pudo hablar.

-Yo... yo...yo... Yo lo siento mucho, pasaron muchas cosas en el quirófano- titubeó.
-¿QUÉ?- gritó papá.
-El tumor se regó por los órganos, perdió mucha sangre también- dijo.
-¿Cómo pueden ser tan estúpidos? Imbéciles. ¡No! ¡No! Esto no puede estar pasando, ¡Maldita sea! ¿Por qué dios?- gritó.
-Lo entiendo señor. Cómo lo siento- dijo.
-¡No! Usted no entiende, ¡no tiene la mínima idea de lo que acaba de decirme! ¡No! ¡Dios! ¿Por qué? Sus inútiles disculpas no van a arreglar esto- gritó.

-----------------------------Perspectiva de Jim--------------------------------------------------

Mi corazón estaba roto, mi pequeña estaba asustada por mis gritos de locura, pero, creo que esto le afectó más a ella. Salió corriendo al auto, no lo resistió. Su madre acababa de fallecer, el amor de mi vida también. Me necesitaba, pero yo estaba destrozado. Mi alcoholismo era en lo que pensaba. Probar una gota de Whisky o de Ron era lo que deseaba. No quise firmar el acta de defunción. Salí con mi pequeña. La llevé a casa a dormir un poco. Sólo lloraba, y yo también.
¿Era el final? Claro que no. Tenía una pequeña que necesitaba de mi.

La llevé a casa, estaba inconsolable, subió a su recámara enseguida.

-Mi amor... Ven... Debemos hablar- dije.
-¿Qué? ¿Que mamá murió? ¡No quiero hacerlo! ¡Fui una torpe! Jamás le dije que la amaba y ahora es demasiado tarde- contestó.
-No, amor... Ella te amaba... Con todo su corazón...- murmuré.
-¡No!- (comenzó a llorar)

Azotó la puerta de su habitación. La oía gritar desde la sala. Su dolor me impregnaba de melancolía. Me sentía muerto de adentro hacia afuera. Inútil, patético.

El secreto de la FelicidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora