Alison: Violencia Sexual

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Alison: La doctora no tenía más de diez minutos de llegada, cuando ya deseaba

que se largara. Pero, ¿porque asistía a esas reuniones si todas me caían bien mal? ¿Por

qué asistía a esas reuniones si ellas no podrían ayudarme? ¿Asistir a las malditas

terapias revertiría lo ocurrido? ¡Imposible! Todas a mí alrededor me miraban

fruncidas. ¿Estarían hablando conmigo?

- ¿te sientes bien? ¿No puedes empezar? ¿Quieres que sea otra la que tome el

control? – Me atosigaba Scuff con estúpidas preguntas- Habla Alison, por favor.-

pidió desesperada-

- Me encuentro bien, gracias. Disculpen si las asuste. No, no me importa, empezare

yo con lo de hoy. ¿Qué es lo que haré? ¿Dar mi testimonio como mujer abusada?-

respondí y pregunte a Gina y a las demás-

-te muestras cruda- dijo Gina anotando en su libreta, más bien para sí misma-

Puedes empezar- me pidió-

Todo comenzó una tarde de verano, el primer día en la escuela de danza. Todo

transcurrió normal y armonioso en la primera semana. En la segunda semana se

presento un tipo – sentí como mis labios empezaron a temblar – un tipo alto, de tez

india, cabello castaño, ojos café y cuerpo voluptuoso. Se me hizo de lo más

indiferente su presencia en el lugar.

Hasta que… - mis lagrimas no me perdonaron y me ahogaron los ojos e inundaron

mis mejillas- Hasta que me empecé a sentir acosada por aquel bandido. Sin

vergüenza- logre decir por fin entre sollozos- Yo lo evitaba a toda costa, no me

interesaba. Nunca me interesó. Yo fui lo más ilícita que pude aclarándole en todo

momento que se alejara de mí, que no lo quería cerca. Ramos de flores, caras joyas,

vestidos y otras cosas, todas devueltas. Sabía cada lugar en donde me encontraba y

me llamaba. ¿Como obtuvo mi número? No lo se, ni idea. Llenaba mi buzón de

cartas, incinere el buzón. Una mañana salía apresurada a mi trabajo y me encontré

con cuarenta cajas de regalo en diversos tamaños amontonadas en mi puerta, Estaba

harta ya. Sentí no poder soportar más la situación sola y recurrí a mis amigos,

dejando a un lado a mis padres en el extranjero. ¿Para que preocuparlos por una

tontería si están tan lejos? Puedo resolverlo sola, pensé. Mis amigos presentaron la

denuncia, yo también. Denuncias separadas, muchas denuncias. Denuncias que

tardaron para atender. Una noche en la academia de baile, en la que el no asistió,

todo iba bien. Hasta pensé que se había retirado. Había estado silencioso durante un

mes. Nada de acosos, regalos, llamadas o mensajes o persecuciones. Ni rastro de el.

Al terminar los ensayos Salí en busca de mi auto, llovía afuera y No había luz, como

ahora. Al llegar al parqueo y ver que a mi auto se le había muerto la batería, decidí

utilizar mi celular para llamar un taxi. Mi celular no tenía saldo, repentinamente.

Deje mis cosas en el auto y regrese a la academia a que alguien me prestara su celular,

pero no había nadie. Salí corriendo bajo la lluvia a una cabina telefónica, ¿que creen?

Fuera de línea. Ya la situación me empezaba a ahogar. Sin celular, ni auto, solo

quedo la situación de caminar hasta un lugar donde me dieran refugio, o algo para

llamar un taxi, algo. Algo que me saque de la situación. Mientras trotaba bajo la

lluvia en un poste de luz vi un anuncio de un delincuente al que buscaban desde

hacía un año. El asunto se me hizo de lo más irónico y estupido. Aun seguían

buscando el asesino de una persona que falleció, Y sin embargo, yo aun vivía y no se

me prestaba la más mínima atención. Perdida en mis pensamientos y bañada por la

lluvia continué mi camino. Hasta que de momento a otro me empecé a sentir

perseguida y vigilada. Pensé que solo era paranoia, la costumbre de sentirme vigilada.

Y continué mi marcha con el corazón acelerado sintiendo que algo no andaba bien.

Con paso apresurado cruce hacia la otra acera y una ráfaga de luz lo iluminó todo.

Ahí estaba el. Me quede helada sin saber como responder a la situación. Pero luego

todo quedo claro en mi mente. Debía correr para salvar mi vida. Intentando dejarlo

atrás corrí, escuchaba los chasquidos del agua en la calle de sus pies, persiguiéndome,

no dejándome otras alternativas que correr y gritar por mi vida. No sabía

exactamente sus intenciones, pero sabía que no serían buenas. ¿Podría ser peor? ¡Si!

Fue peor. Se corto totalmente la luz. Corriendo de un acosador, bajo la lluvia, y sin

luz.

Corrí hacia un parque, pero fue un total error. Más que suelo solo había rocas… que

me hicieron tropezar. Me raspe toda la cara y brazos. No tardo en llegar el cerdo

asqueroso. Se me abalanzo encima. Yo trate de escurrirme. Lo golpee y al intentar

levantarme me sujeto el tobillo y volví a caer de frente. Solo escuchaba sus groserías

mientras me zarandeaba sobre las rocas. Me reclamaba porque no podía amarlo.

Maldita obsesión. Yo lo intentaba patear inútilmente. Gritaba y nadie me escuchaba.

Malditos son todos. De un momento a otro sentí como el asqueroso me empezó a

bajar los pantalones. Yo trate de safarme y golpearlo agitando mis piernas. Todo fue

en vano. Fui una inútil. Inútil.

No pude terminar de relatar mi asquerosa experiencia, y rompí en llanto.

-Tranquila Alison. Esto es hasta donde lo desees. Puedes reservarte el derecho de no

decir más nada.- me consoló Gina –

S.O.S MariposasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora