Loretta: Violencia Física

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Loretta: El relato de Martina había sido glorioso, espectacular, único y admirable.

Más mujeres así necesitamos en el mundo. Por otro lado, era mi turno de conversar

con las chicas sobre mi vida. Mi vida carecía de comodidades y lujos, por lo tanto

desde muy joven me dedique a ayudar a la familia y trabajar. Otto y Anangelice,

Mis hermanos, también ayudaban como podían, ya que eran menores de edad.

Todo costaba esfuerzo, dedicación y responsabilidad. Mi madre es mi ejemplo, mi

luz, mi inspiración. Madre soltera, trabajadora, luchadora y criadora de tres bellos

hijos. Esa era mi madre, Lorenna. Con quince años empecé a buscar trabajo.

Conseguí uno como ayudante en un mini-Market junto al señor Lara y su otra

ayudante Steff. Todo se me hizo difícil, entre el estudio, trabajo, cuidar a mis

hermanos, y cosas que aparecían en el camino. Al finalizar el curso tuve que cambiar

de empleo, por el cambio de horarios y más cosas que hacer. Mi madre enfermó del

corazón y tuvo que dejar de trabajar, pero yo me esforzaría por todos. Al finalizar la

Secundaria necesitaría más ingresos, más dinero. Los tiempos van cambiando, los

precios mutilando y las necesidades aumentando. Hora de buscar otro nuevo

empleo. Buscaba, buscaba y buscaba los empleos más presentables y mejor pagados

que podía, pero no encontraba nada. Cada día salía sin menos esperanza para

encontrar algo de que sustentarme a mi y a mi familia. Nunca dejaba de buscar…

hasta que encontré. Como domestica en una gran mansión de villa. ¿Será que todo

se arreglaría?, me preguntaba con esperanza. El día de la entrevista, en la mañana,

estaba hecha un manojo de nervios. Esos pequeños minutos dependerían de un

mejor vivir para mi familia, para que puedan aspirar a comodidades que veían

inalcanzables y una vejez asegurada para mi madre. Me recibió una doméstica; Alta,

piel pálida, largo pelo, grises ojos y, curiosamente, magulladuras en diversas partes del

cuerpo. Semblante serio y poco contacto visual fueron acompañantes de su actitud

inexpresiva. Luego de eternos minutos desesperantes, ya había tomado una decisión.

Trabajo conseguido. Con hora de llegada y salida y un sueldo prometido me fui a

casa a celebrar con mi pequeña familia. Al día siguiente volvía a aquella mansión con

actitud triunfadora y hambre de perseverancia insaciable. Me encontraba frente al

gran portón plateado apretando el botón del timbre, algo nerviosa pensando en

como sería la experiencia de mi primer día de trabajo en aquel lugar. La doméstica,

Brennd, me cedió el paso hacía el casón. Me entrego rápidamente la lista de deberes y

el uniforme para que me pusiera en sintonía y pudiera conocer brevemente a la

S.O.S MariposasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora