Beth: Psicoemocional

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Beth: Hoy comprendí que no estaba sola en el mundo. Que cada mujer tiene su

historia, su cruz, su pasado. Era mi tiempo de hablar de mi vida. Vivía con mi abuela

en un pequeño barrio de gente clase media. Iba a una escuela pública, donde se

adoraba al rap y al hip-hop como a Dioses, se fumaba yerba y todo era difícil. Yo iba

al tercer grado, en una clase donde eran blancos. Un día era mojar mis cuadernos,

llamarme ‘’cosa oscura’’ siempre, gritarme, golpearme, arrojarme a los basureros,

destrozar mi casillero y otras cosas inimaginables. Fue toda mi vida infernal y sin

esperanza a mejorar. Diez años con los mismos compañeros, mismo sufrimiento,

mismas idiotas e imbéciles. Estaba harta, no encajaba ni en un rompecabezas.

Volviendo atrás, me centrare en la secundaria, cuando todo lo peor sucedió.

Aun no pertenecía a un grupo en específico. Solo tenía a una amiga, Trisha. Ella vivía

en la misma vecindad que yo, lo compartíamos todo. Éramos las mejores amigas,

hasta que un día ella fue invitada al grupo más deseado de ese entonces. Me evitaba

en la escuela, la casa, los centros comerciales, no respondía mis textos, nada. Dure

meses en la soledad, sin nadie que se me acercara. Estaba muriendo de una depresión

extrema. No comía, no dormía, me cortaba la piel y me drogaba. Al principio todo

empezó como un desahogo, pero luego la droga y las cortadas eran mi obsesión, mi

compañía, mis amigos. Cierta vez un chico me invito a una fiesta, orgía. Cuando

llegue nadie se me acerco, solo me quedo irme a drogarme en un rincón. Me torne

violenta y tome un cuchillo de la cocina, amenazando a todos. ¿Por qué nadie se

quería acostar conmigo? ¿Por qué era negra?

Golpee a varias chicas y chicos. Termine presa esa noche, nada grave. Mi abuela me

recogió al día siguiente. Me propino una golpiza en grande. Salí a la calle a buscar

drogas. Sobre las drogas, al principio era fácil conseguirlas debido al dinero que me

daba mi abuela, pero un día me descubrió y dejo de darme dinero, solo me daba

comida. Fue entonces cuando empecé a regalar sexo a cambio de dinero o drogas.

Mi primera vez fue bestial, en un callejón sin saber con quien fue exactamente, pero

Con el tiempo recordé que había sido con un transexual. Un grupo de chicas

populares de la escuela un día se me acerco y me propuso trabajar para ellas. Eran una

especie de chicas perfectas, rubias, ojos azules, perfectos y erectos pechos, cuerpos

esbeltos. Ni siquiera me preocupe en saber para qué tipo de trabajo me requerían.

Pero más tarde lo supe, desnuda entre ellas, complaciéndolas sexualmente. Quede

tan frustrada, tanto que hoy en día soy asexual. Ya que un grupo de seis pandilleros

me golpearon, me violaron y me dejaron tirada en un callejón media muerta. No se

ni como salí de la inmundicia y la perdición en la que me encontraba. Sentía que

estaba tocando fondo y fue cuando visité una iglesia. El padre me dio acilo y me

alimento la primera noche. Luego entonces tuve que pagar mi alojamiento con sexo.

Al pasar el tiempo, aun estaba en la misma iglesia, con el mismo asqueroso que

pretendía predicar la palabra, a la vez que profanaba el templo con su asquerosidad

humana. Fue lo más bajo que conocí. Un tiempo después, fueron a arrestar al padre

a la iglesia, fue acusado de muchos crímenes mayores. Pedofilia, zoofilia, robo,

asesinatos, tráfico de drogas. No podía creerlo. Mandaron un sustituto, y ya estaba

asustada, quería huir, pero el mostró ser diferente y me quede. Un tiempo después

yo enferme y el me ayudo mucho. Descubrí que tenía VIH SIDA.

Ya no tenía más que decir, solo me quede contemplando la sala y a las mujeres que

habitaban en ellas, todas calladas, unas llorando, otras pálidas, pero calladas. Luego de

un eterno silencio todas me consolaron y me dieron apoyo, la sala se lleno de

aplausos y de emociones encontradas.

S.O.S MariposasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora