Valentina: Abuso por oficio

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Valentina: Aun estaba algo emocionada con el relato anterior y me tocaba

contar mi historia. La historia de una ilusa y triste prostituta. Todo comenzó en las

miserias de un barrio pequeño y mugriento. Todos hacían lo que todos, todos

comían lo que todos y si podían conseguir algo más no lo compartirían con nadie.

Todos eran mediocres aspirando a ser más mediocres. Yo era la hija bastarda de un

hombre rico, y a la vez, la hija no deseada de una débil e inútil mujer. Estudiar, para

mi era casi un reto. No tenía ni la ropa, ni los materiales para poder tener una

educación regular. Era la burla de todas las chicas de mi edad. Mi madre salía por

cuatro días y volvía con algo de comida, al menos. Otras veces se iba, y no traía más

que golpes. Su periodo más largo fuera del hogar fue un mes. Un mes de puro

paraíso para ella, y de pura mugre, hambre, soledad y depresión para mí. Entonces,

fue cuando ingrese a la prostitución a los catorce años. De algo tenía que comer,

sobrevivir a toda costa. No tenía más familiares, o al menos no tenía familiares que

me quisieran, tendría que velar por mi misma. ¿En donde le darían trabajo a una

mocosa de catorce años si ni siquiera había podido ir por una semana completa a la

escuela?

Como referencia solo recuerdo que fue un martes cuando me decidí a cambiar mi

vida radicalmente. Empaque los pocos trapos y otras pertenencias que poseía. Me iba

para no volver a mirar atrás. En el bar me recibió una chica con largo pelo negro,

tacones exageradamente grandes y un vestido que no dejaba nada a la imaginación.

¿Tendría que usar eso yo? Más tarde, luego de rogar y arrastrarme par a obtener el

miserable empleo me entere de que bailaría desnuda en una jaula exhibicionista. Me

dieron un cuartucho y comida, tenía siete mujeres como compañeras de oficio y un

jefe al que le tuve que dar mi cuerpo la primera noche. Así perdí mi virginidad. A los

catorce, con mi jefe, en el piso de la oficina de un sucio burdel. Todos los siguientes

días era abrir mis piernas para los clientes y cerrar más mi corazón a la vida. Conocí lo

oscuro de la vida. Mi alma estaba conectada a una planta mecánica manejada por la

sociedad y la desgracia de estar viva. En total, tuve doce intentos de suicidio. Lo más

cerca de la muerte que estuve fue cuando intente ahorcarme. Luego de eso no

intenté hacerlo más. Era tan desgraciada que ni el infierno me quería en el. Me sentía

muy sola. Sexo, depresión, dinero. Hasta que llegó el peor día de mi vida, a los

veintitrés años: Me enamore. El joven frecuentaba el cochinero tres veces a la

semana. Solo tomaba un trago y se quedaba mirándome toda la noche. Ni una cosa

más, ni una cosa menos. Una semana después, el joven me invito a una copa y un

S.O.S MariposasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora