Martina: El llanto de Alison acababa de cesar, cuando decidieron invitarme a mí a
compartir mis experiencias. No tenía mucho que contar. Mi historia comenzó
cuando yo apenas tenía once años. Crecí en el seno de una familia clase media. Esas
familias que se dedican a buscar ‘’Compradores’’ para sus hijas, Porque a eso no se le
llama matrimonio. Comenzaron a presionarme y a mal instruirme, pero como la
menor de seis hermanas, tuvieron que tardar un poco para venderme, prostituirme.
En lo que ellos querían construirme una vida alrededor, yo me hacía de mi propio
mundo. Me enamore a los doce años. Fue el único amor de toda mi vida. Vivíamos
los más hermosos momentos que podíamos, a escondidas. Son cosas que nunca
olvidare y aun lo amo, confieso. Mi verdadera desgracia comenzó al cumplir los
quince años. Ya tenía la edad necesaria para que me buscaran el mejor postor.
Buscaron… y lo encontraron. Ricardo Montreal de la Garza y treinta años mayor
que yo. Mi hueca e interesada madre organizo una ‘’cena especial’’ para acordar los
términos de venta o como ella decía, ‘’ para que el y yo nos conociéramos mejor’’.
Durante toda la cena mis padres no hicieron más que impresionar al Saco de dinero al
que sentaron a mi lado.
Mis dos únicas hermanas que todavía habitaban la casa y no habían sido casadas, se
comportaron bajos los rigurosos mandamientos de mi madre. Todo transcurrió
como mis padres lo esperaban y el próximo encuentro se llevaría a cabo con el
objetivo de acordar una fecha para la boda. Todo se convertía en un infierno para mí.
Cada día intentaba escaparme de mi hogar, pero me tenían vigilada. Mis padres
llegaron a agotarse tanto con mis intentos fallidos de escape, que me ataron con
cadenas y esposas a la cama. Las esposas me marcaban las muñecas, y las dejaban
enrojecidas por la presión y el forcejeo. Martirio. Al cabo de un tiempo ya tenían
fecha para la boda: dos meses. Durante los dos meses antes de la boda, no pegue un
ojo en las noches. No supe más de mí, era inconciente de todo lo que acontecía a mí
alrededor. Era como dormir con ojos abiertos, mientras caminas y vives una vida.
Como si mi alma se hubiera ido al plano astral y mi cuerpo se había resignado a vivir
sin el espíritu que lo habitaba. Había palidecido, llenado de ojeras y enflaquecido. El
día antes de la boda mi madre me obligo a probar algo de comida, luego que de
repente se había olvidado y desentendido de mi existencia. A ella solo le interesaba
mi vitalidad hasta después de la boda, ya que luego podría morir y ella tendría todo
el dinero que me correspondía vivir a mí. El final de mis días felices en aquellos
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S.O.S Mariposas
Chick-LitEn un salón de terapias para mujeres maltratadas, cinco mujeres y una psicóloga conversan sobre sus vidas, dando testimonios conmovedores ejemplo de la verdad, tolerancia, abuso y sacrificio. Esta historia expone la cruda realidad de la mujer abusad...