O6 Inesperado.

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Jean Kirtschen daba vueltas y vueltas en el solo lugar del pasillo. Tomando en cuenta que estaba en el castillo.

Esperando que Eren lo hiciera una de sus estupideces, otra vez. Su futuro y todo dependía de él, y de que entregará al capitán dónde le habían dicho.

Las cosas en el castillo no iban nada bien. La búsqueda continuaba y todo era tenso. Incluso la servidumbre se había visto afectada por ello.

—Tú... —dio un salto al escuchar la voz de Kenny Ackerman. Volteó algo aterrado y nervioso —. ¿Qué estas haciendo?

—¡Nada señor! —contestó con firmeza sacándole una risa al mayor.

—Oi, tranquilo niño. Estás dando tantas vueltas que de seguro cavaras un hoyo si sigues así — dijo entre risas. Jean también sonrió —. ¿Sabes dónde está Mikasa?

—No, lo siento —replicó. Kenny no contestó nada y siguió su camino.

Liberó un suspiro pesado. Eso de ser un infiltrado si que era cansado. Un parte de él se sentía feliz, feliz de que quién haya desaparecido no fuese Mikasa, esa hermosa princesa que le parecía la más bonita que había conocido. Lástima que la chica ni siquiera lo conociera.

Las únicas veces que tenían contacto era cuándo él iba a entregar algunas cosas a la reina y ella estaba presente, y aún así, ella ni lo volteaba a ver.

Pero era lógico, ¿porqué la princesa se fijaría en alguien como él?

—¡Jean! —escuchó la voz de la señora de limpieza. Inmediatamente se acercó a su llamado. La señora de mayor edad le entregó un cesto de ropa recién lavada —. Llévalo a la alcoba de la reina.

—Esta bien — tomó el cesto y se marchó al lugar indicado. Silbaba una cancioncilla mientras caminaba. Finalmente llegó al lugar, y con su propio cuerpo empujó levemente la puerta permitiéndose el paso.

Pero no estaba solo. Un gritó agudo escapó de su boca tirando el cesto al suelo, al ver a nadie más que a la princesa Mikasa parada con una simple vata blanca que pudiera ser pars dormir.

—¡P-Princesa! —se lanzó al suelo ocultando su rostro con vergüenza. La chica no hizo ningún gesto más que alzar una ceja —. ¡L-Lo siento!

—Amm. Si, no te preocupes —respondió confundida —. ¿Esa es la ropa de mi madre?

Si, la misma que él estaba cubriendo, en el piso. Pero que imbécil. Nervioso se levantó y rápidamente levantó toda la ropa del suelo introduciendolo en el cesto nuevamente. Mikasa no decía nada, solo miraba atentamente la torpeza del chico.

—Creo conocerte —alzó la mirada incrédulo e internamente emocionado —. Tu nombre es... ¿Juan?

"Demasiado bueno para ser verdad.." Pensó en sus adentros.

—Eh, no Princesa. Mi nombre es Jean, Jean Kirtschen —respondió nervioso y levemente sonrojado. Mikasa se percató de ello y se acercó curiosa.

—¿Qué tiene tu cara? Está roja —inquirió tocando su mejilla. Jean dio un salto para atrás mientras sonreía de manera estúpida.

—¡N-No es nada! —agitó sus brazos desesperado —. Es que.. Hace calor. Solo eso...

—Oh, entiendo.

Ambos se quedaron en total silencio. Hasta que vio como ella sujetaba una tijeras. ¿Que planeaba hacer con eso?

—¿Planeaba cortar su cabello? —señaló el objeto cortante en sus manos. Ella se sobresaltó y asintió serena.

Enredados || Ereri. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora