.....Anne Shirley- Cuthbert!....
La brisa movía armoniosamente los cabellos rojos de la menor, la arena le acariciaba la punta de sus dedos y con sus azules ojos perdidos en el horizonte, Anne solo pensaba en el día anterior.El día de la feria había sido efímero, ni siquiera había saboreado las emocionantes sensaciones que le provocó el alba de esa mañana. Empezó de maravilla, pero súbitamente todo se deterioró en una agonizante decadencia, iniciando por la llegada de los Blythe y poniendo fin con un acto sin escrúpulos de parte de Billy.
Suspiró.
Definitivamente no fue como se imagino, la gran mayoría de los sucesos en su vida eran mil veces mejor dentro de su cabeza. Sin prejuicios molestos ni límites, ahí era libre de hacer un sin fin de acciones, de amar a quien ella amaba. Se moría de ganas de gritar lo que sentía.—¿A que se debe ese suspiro tan profundo, zanahoria?
La menor de los Cuthbert pega un brinco que provocó escuchar esa voz tan de repente, demasiado cerca. Solo tuvo que girar su cabeza a su diestra para que su vista chocara los fulgentes ojos de Genevieve, intentó sonreír, deseando que el ruido de las olas cubriera el descontrolado golpeteo de su corazón.
Genevieve Blythe, la chica más encantadora y graciosa que alguna vez conoció, con ojos soñadores, mejillas rojizas y pequeños labios, su arco de cupido es tan único. Era la versión femenina, y no tan amable, de su mellizo, Gilbert, ambos eran bastante educados, pero estaba claro que Anne prefería por mucho a la fémina.
—Llevamos años de conocernos y te he dicho millones de veces que odio ese apodo.- farfullo sin realmente estar molesta- Es vergonzoso.
—Tendrás que aventarme al arroyo de nuevo.
Ambas chicas compartieron una mirada cómplice y rieron. Los recuerdos golpearon como granizo su memoria, con su accionar tan rápido e inapropiado.
Años antes
La pierna de Anne rebotaba, su pie no dejó de moverse contra el piso y sus ojos se concentran en el frasco de leche que sujetaba con fuerza, sus nudillos se tornan aún más blancos por la presión que ejercía, todas estas acciones que provocaban los nervios que la recorrían al sentirse observada por las niñas de su clase. "No puedes caminar con los Blythe, Gilbert es de Ruby y Genevieve tiene que ser su mejor amiga, no la tuya"
Las palabras volaron y la irritante voz de Josie volvió a sonar.—Hola.
Ese tono melifluo que salió de los rosados labios de la chica Blythe, le hinchó el corazón con ternura.