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𝕷𝖔𝖘 𝖌𝖗𝖎𝖙𝖔𝖘 𝖘𝖊 𝖔í𝖆𝖓 𝖉𝖊𝖘𝖉𝖊 𝖈𝖆𝖉𝖆 𝖊𝖘𝖖𝖚𝖎𝖓𝖆 𝖉𝖊𝖑 𝖑𝖚𝖌𝖆𝖗, 𝖑𝖆𝖘 𝖕𝖆𝖗𝖊𝖉𝖊𝖘 𝖘𝖆𝖓𝖌𝖗𝖆𝖇𝖆𝖓, 𝖙𝖔𝖉𝖔 𝖊𝖘𝖙𝖆𝖇𝖆 𝖈𝖚𝖇𝖎𝖊𝖗𝖙𝖔 𝖉𝖊 𝖔𝖘𝖈𝖚𝖗𝖎𝖉𝖆𝖉...
Los ojos de ____ tardaron en acostumbrarse a la nula luz que había a su alrededor, las voces y los gritos que resonaban en donde-quiera que se encontraba la hacían sentir demasiado ansiosa y asustada. 
No veía nada, pero podía sentir sus pies firmes en el piso. No supo cuándo, pero en algún momento había comenzado a caminar hacia adelante.
Los alaridos llenos de dolor no cesaban, parecían pasar las horas, y por más que se empeñó en avanzar y mirar de lado a lado, de esquina a esquina, no había ni un rastro de una salida, no encontraba ni siquiera la luz.
Se detuvo en seco, las manos ya habían comenzado a temblarle por el nerviosismo y no tardó demasiado en comenzar a gritar por ayuda, esperaba no estar muerta, esperaba que alguien lograra oírla. Pero su voz se apagaba a mitad de camino, los gritos eran mucho más fuertes que su debilitado pedido de auxilio.

La sangre que corría por las paredes llegó al suelo y comenzó a inundarlo con rapidez, sus piernas se cubrieron de ese líquido rojo y viscoso, luego siguieron sus manos y brazos, se iba a ahogar... Se estaba hundiendo en un océano de asquerosa sangre.

Una luz blanca inundó el lugar más allá del mar en el que estaba sucumbiendo, y la sangre comenzó a desaparecer. _____ quedó tendida en el piso, el cabello se le pegaba a la cara y podía notar su piel cubierta por aquel tono rojo oscuro... Buscó el lugar del que provenía la luz y vio una puerta, una simple puerta abierta que dejaba ver un inmenso vacío blanco, sintió la necesidad de acercarse, pero tuvo el presentimiento de que debía esperar un poco más.
— ¡____! — Gritaron a su espalda, reconocería esa voz donde fuera— No lo hagas... ____, no avances.

Larry la miraba desde otro extremo de la inmensa oscuridad.
— No vayas hacia allá, ven conmigo— le suplicaba el castaño, pero _____ no entendía por qué no debía ir si solo era luz.

Volvió su vista hacia la habitación blanca, pero lo que vio la hizo gritar.
El suelo escurría en sangre, y la sangre venía de cuerpos sin vida... Venía de los cadáveres de Sal Fisher, de Sophie, de Ashley, de Larry... Y de ella. 
Uno sobre otro, amontonados y sangrantes.
Una figura deforme y negra se asomó por la puerta, lo único que podía distinguirse eran sus cuernos, largos y enrollados sobre su cabeza, y sus ojos, demasiado rojos, abiertos a más no poder.
— ____... Ahora tienes que correr— escuchó decir a Larry, pero no tuvo la fuerza suficiente en las piernas para darse la vuelta y comenzar a correr. La figura comenzó a moverse, mientras la observaba — ¡_____, corre!

No supo de dónde sacó la fuerza de sus piernas, pero se encontraba corriendo hacia Larry, escuchando tras de sí cómo aquel demonio se arrastraba, enterrando sus afiladas garras en el piso. 
Cuando llegó junto a él, el castaño agarró su mano con demasiada fuerza. Se sentía como si la estuviera arrastrando, poniendo toda su fuerza en hacerla ir más y más rápido, tenían que escapar de aquel final que ninguno de los dos quería conocer... 
— ______ sé que es difícil, pero mírame— pidió Larry, y ella lo miró— Tienes que despertar... Vamos ____, yo sé que tú puedes... Por favor. 

Dejó de mirarlo a él y en vez de ello giró su vista hacia atrás; Ya no sólo aquel demonio los seguía... Ahora los cadáveres de sus amigos y el suyo propio se arrastraban como zombies hambrientos que quería comerlos a ambos, ¿Cómo iba a despertar? Ella y Larry se iban a morir ahí...
— No los mires a ellos, mírame a mí, vamos, despierta...

Cerró los ojos con fuerza, tratando de volver en sus sentidos y despertar de aquella pesadilla de una vez por todas... Pero no lo consiguió, y lo siguiente que sintió fue una gingantesca mano llena de garras agarrarla de una pierna y comenzar a arrastrarla, y ya no sintió la mano de Larry...

La oscuridad lo consumió a él mientras a ella se la llevaban hacia el cuarto blanco, lo único que podía escuchar eran los gritos del castaño suplicándole que despertara.

La puerta se cerró...

𝖄 𝖊𝖓𝖙𝖔𝖓𝖈𝖊𝖘 𝖉𝖊𝖘𝖕𝖊𝖗𝖙ó...

☾✮𝔇𝔬𝔪𝔦𝔫𝔤𝔬, 3:46 𝔞.𝔪

Oía como golpeaban con fuerza la puerta de entrada del departamento, pero la verdad es que no tenía ni las más mínimas ganas de levantarme a abrir la puerta. Llevaba cerca de media hora sentada en la cama luego de haber ido hasta la cocina a buscar un vaso de agua que me ayudara a recomponerme del sueño tan bellamente perturbador que acababa de tener. Nunca, Nunca había tenido una pesadilla que me dejara tan mal tras despertar.
Tenía la intención de llamar a Larry, pero me aguanté las ganas pensando que era demasiado tarde y que no quería molestarlo.

Sentía el cuerpo helado, como si una ligera capa de sudor frío me cubriera de pies a cabeza. 
No podía negar que siempre me había sentido agradecida por tener a mis padres lejos por las noches, ya que cuando ellos se iban a trabajar yo solía escabullirme al apartamento de Larry o simplemente me quedaba despierta hasta bien entrada la noche... Pero ahora el apartamento se sentía infernalmente vacío y no quería estar sola.

Me levanté de la cama al oír que los llamados a la puerta persistían, y para que el frío no me calara hasta los huesos opte por ponerme una manta que había sobre mi cama de manera que me cubriera los hombros. Estaba tan  desarreglada que quien estuviera al otro lado de la puerta se llevaría una impresión horrible, pero no importaba.

Saqué los cerrojos de la puerta y me sentí tremendamente aliviada al ver quién estaba al otro lado del pasillo. Larry se lanzó a abrazarme a penas me asomé hacia afuera, no me importó seguir afirmando la manta, el calor de sus brazos era mucho más reconfortante que ese absurdo trozo de tela.
— Tuve un sueño demasiado horrible...— susurré en su oído mientras nos manteníamos abrazados
— Yo también tuve un sueño horrible, y sentí la necesidad de venir a ver si te encontrabas bien... A veces las pesadillas pueden traer malos augurios...

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⏰ Última actualización: Sep 19, 2020 ⏰

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Purpose || Larry FaceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora