Capítulo 4| Latigazos.

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El día siguiente por la mañana, ambas detectives se encontraban listas para salir rumbo a la comisaria y tener una “amable” conversación con la oficial León.  Claramente no dejarían cabos sueltos si ya habían tomado la investigación en sus manos. Además de que algo les advertía que este caso les tomaría más tiempo del que en un principio pensaron.

-Lo negará, después tomaras medidas algo más extremas y eso, nos perjudicará –Arya hablo, como sí recitara un mantra que ya había aprendido con el tiempo.

-Entonces tu intervendrás y salvaras la situación, hermanita –terminó Maze.

La patrulla se acercaba a una velocidad media a la comisaría, tenían una situación pendiente que no dejarían pasar por nada... o eso pensaron hasta que a lo lejos pudieron observar a: el sheriff Müller, la señora Gonzales y otro hombre hablando en una plaza de café, cercana a la comisaria.

- ¡Detén del auto, joder! -el grito de Maze alerto a su contraría, haciendo que se estacionara rápidamente una calle antes a donde se encontraba la plaza.

Arya observo a donde miraba tan concentrada su hermana e hizo lo mismo. Ciertamente era desconcertante y a la vez predecible. Desde un principio, cuando fueron a interrogar a esa mujer, sentían que algo no cuadraba, no les daba buena espina que de repente su esposo desaparezca y ella no estará un mínimo de confundida, enojada o melancólica, esa mujer parecía de roca, un ser sin sentimientos.

-Vamos –Maze estaba dispuesta a bajar del automóvil, cuando Arya puso los seguros para impedir que cometiera una imprudencia.

- ¿Estas loca? No me respondas, claro que si –giro los ojos-. No puedes ir y presentarte así porque si, y mucho menos sin una buena excusa.

-Mantén a tus amigos cerca y a tus enemigos más cerca –recito Maze con una sonrisa maliciosa-, y que mejor excusa; que el saber si ellos son nuestros verdaderos enemigos.

Arya no encontró alguna falla en su lógica, además, de claramente ponerse en evidencia, pero si querían saber realmente sí alguno de ellos era su enemigo, deberían de mantenerlos cerca.

Así que, arriesgando el apostar todo por un posible nada, salieron de la patrulla dispuestas a desmantelar todos los misterios que se encondían hasta debajo de las rocas si era posible. 

Maze fue la primera en bajar de la patrulla y dirigiéndose hacia la pequeña plaza de café, Arya la seguía unos pasos por detrás, cuidando todo a sus alrededores. 

- ¡Hola! -exclamo la mayor nada más llegar hasta ellos- Pero que coincidencia encontrarlos por aquí.

Tomo asiento en la silla disponible, mientras Arya tomaba una de otra mesa cercana. La señora Gonzales sonrió condescendiente, el sheriff las saludo amable y el otro hombre solamente las analizaba sin hablar, moverse y quizás ni respirando estaba.

-Buen día detectives –saludo el sheriff y la señora Gonzales solo suspiró con fastidio.

-Pero que placer verlas de nuevo –comentó con sarcasmo.

-Lo mismo digo, Beatriz –la confianza de Maze la hizo fruncir la frente con ahínco. Y es que, ¿Quién era ella para mencionar su nombre como si fuesen amigas de toda la vida?

-Disculpa... -la voz de la mujer sonó indignada y estaba a punto de reprochar, pero entonces alguien la interrumpió.

-Tranquilízate, Beatriz –su voz sonó controlada, pero en un tono suave, después las miro directamente a ellas-, tendrán que disculparla, ahora está pasando por un momento difícil.

-Ya lo creo, si –la voz de Maze denotaba ironía a borbotones.

-Por supuesto –Arya decidió intervenir- Y, ¿de dónde se conocen todos?

𝗦𝗼𝗯𝗿𝗲 𝗟𝗼𝘀 𝗖𝗮𝗱𝗮́𝘃𝗲𝗿𝗲𝘀 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora