Capitulo 5| Cuerpos.

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El espectáculo que se presentaba parecía ir en cámara lenta justo frente a sus ojos. Maze sonreía casi imperceptiblemente, una sonrisa maliciosa y llena de satisfacción, sus ojos brillaban de emoción y su pulso estaba a mil. Y aunque al principio Arya no reacciono de la manera esperada por el hombre frente a ellas, después eso cambió… Arya observaba atentamente a la mujer con el látigo, corsé de cuero y medias de red, debía admitir que era un espectáculo digno de su admiración, era simplemente… sensual.

Los gemidos roncos del hombre aprisionado por grilletes, se escuchaban por toda la recámara de cristal, él tenia los ojos vendados, por lo que no podía mirar nada, ni a nadie, no podía escuchar más que el sonido de su carne siendo azotada por latigazos.

El hombre dentro del cuadrado de cristal, era hermoso aunque no se apreciaba completamente por la venda en sus ojos, su cabello de un rubio oscuro, y labios como las cerezas, esa mandíbula cuadrada que estaba roja por las bofetadas propinadas en esa área… se miraba magnífico y atrayente.

Los golpes siguieron y sus jadeos igual. Su piel ya estaba rojiza e irritada, estaba sensible.

Y él aún así… lo disfrutaba.
Y ellas igual.

—Detectives, ¿esto es suficiente para ustedes? —preguntó con cierto tono malicioso.

El alcalde Wagner las observaba satisfecho, su sonrisa se mostraba claramente y sus ojos amplios y divertidos les decían lo mucho que le gustaba su reacción.

Aclarándose la garganta, Maze contestó— Si, lo fue. Ahora si nos disculpa, tenemos que irnos.

—Adelante, fue un verdadero placer tenerlas de visita por aquí —su sonrisa cínica solo crecía y crecía.

—Podría decir lo mismo… podría.

—Maze —Arya le susurró entre dientes—. Igualmente fue un placer alcalde Wagner.

El asintió con la cabeza. Y mientras abandonaban la habitación de cristal con una última mirada, escuchando de fondo los gritos y suplicas del hombre dentro de ella, el sonido de su piel lechosa siendo masacrada, todo eso reproduciéndose una y otra vez como una película en sus mentes.

Cuando por fin salieron de los pasillos, pasaron por la sala de estar, donde aun se encontraban todos esos hombres elegantes. Arya se disculpaba con ellos por la intromisión, siempre tan educada. Mientras Maze se dedicaba a analizar cada detalle de esa enorme mansión.

Todo era de un estilo victoriano, no podría decir exactamente de que siglo porque hubo remodelaciones en ella obviamente y, además, ella no era una jodida experta en diseño de interiores.

Pero, lo que si pudo notar, era la extraña y elegante decoración de las paredes, muros, e incluso un candelabro arriba de sus cabezas, todo en diferentes patrones sofisticados. Esta era un cuadrado, sobre otro, con una rosa en medio. La marca misma se encontraba en forma de un candelabro, en los muros que sostenían la casa, y también en algunos cuadros pintados por artistas de renombre.

—Que pasen buena noche —fue lo último que escucho de su hermana, cuando esta la tomo de su hombro y la arrastro hacía la entrada.

Ni si quiera de molesto en despedirse o disculparse, ¿para qué en todo caso? No conocía a esas personas y no lo sentía de cualquier modo.

Su hermana siempre era la que se encargaba de eso, de ser la chica educada, amable y linda. Siempre fue el centro de atención con esos caracteres tan atractivos para quiénes la rodeaban, en cualquier parte, cualquier persona.

Ladridos furiosos se escucharon, mientras avanzaban hacia la salida de la mansión. Se detuvieron por mera curiosidad, pues eran fieles fans de los animales. Pero, en cambio, estos no sonaban tan amigables como la mayoría. Sus ladridos resonaban fuertemente contra las rejas que los enjaulaban, pero aún así, por la misma oscuridad no podían verlos claramente.

𝗦𝗼𝗯𝗿𝗲 𝗟𝗼𝘀 𝗖𝗮𝗱𝗮́𝘃𝗲𝗿𝗲𝘀 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora