Capítulo 6| Monstruos.

32 5 88
                                    

"Nos llamaron monstruos, así que hicimos cosas monstruosas"
💀

—Joder, me duele el culo —mencionó con toda naturalidad, la delicada dama.

—¿Y crees que a mi no? Pero, tenemos que saber que se traen entre manos el alcalde y su séquito —menciona Arya, girando los ojos.

—Si, bueno. Hasta ahora no ha pasado nada interesante —toma un sorbo de su café, que para el frío infernal que hacía, era todo un placer para el paladar.

—Paciencia, Maze —objetó Arya, nuevamente.

—Bien sabes que carezco de esa “paciencia”.

—Calla —mandó a silenciar la menor.

A algunos 5 metros de donde encontraban espiando ambas hermanas, observaron a un chico, corriendo a prisa hacía la mansión.

Compartieron una mirada cómplice. Salieron del auto a prisa y, tratando de hacer el menor ruido.

—Parece bastante… familiar —susurró Maze.

—Si, bastante.

Arya entrecerraba los ojos en dirección a la mansión, donde el hombre (estaba clara por su complexión que lo era) abría con una llave que anteriormente estaba colgada en su cuello.

—Jodido chico de la pizza —mencionó con rencor, Maze.

Por la luz que salía de la enorme casa y, que dio directo en su perfil, se vislumbró al chico, con una chaqueta amarilla ensangrentada y una gorra.
El mismo chico.

Arya no reprochó, solamente suspiro y asintió, pues claro que sentía lo mismo que su hermana. Nadie se metía con su familia sin salir ileso.

Avanzaron por el lateral de la casa, hacia las ventanas que permitían salir la luz del interior y, por donde se encontraba la jaula de los caninos.
Sospechosamente, no se escucho ni un solo ladrido.

—Ábrela —ordenó Maze.

Al momento de abrir la puerta, se esperaron todo, estaban en guardia y esperando algún ataque. Sin embargo, solo encontraron una jaula vacía.
No había ni una pista de esos perros.

Dentro de la casa se escuchaba mucho movimiento al estar lo suficientemente cerca, como lo estaban ellas en ese momento.
Así que, dispuestas a averiguar que era lo que escondían, se acercaron aún más. Alertas, sigilosas.

El alcalde Wagner se encontraba en la cabecera del gran comedor, brindando con alrededor de 30 personas más. Algunas de estas personas lucían elegantes, ostentosos. Algunos otras lucían por decir: normales, básicos, simples.

Un mayordomo se acercó, y dejo una enorme bandeja de aparente plata, sobre el comedor. Y, cuando reveló el contenido, Arya sintió un revoltijo en su estomago.

Definitivamente su hermana tenia razón en lo que llevaba repitiendo por años: este definitivamente no era su empleo soñado.

Un perro con una manzana verde en su hocico, era el contenido y la cena de esos enfermos.

—Se están deshaciendo de toda la evidencia —afirmó Maze.

—Pero aún faltan dos más —habló Wagner, mirándolas directamente a ambas.

Arya se despegó rápidamente del cristal con azulejos, y tomó rápidamente el brazo de su hermana. Emprendieron una carrera hacía su auto.

—Rápido, ¡mierda! —apresuró Maze.

Arya arrancó, por fin, el auto. Antes de desaparecer de su vista, Maze pudo contar alrededor de 10 personas corriendo tras ellas.

—Joder, eso estuvo cerca —suspiró la menor de ambas.

𝗦𝗼𝗯𝗿𝗲 𝗟𝗼𝘀 𝗖𝗮𝗱𝗮́𝘃𝗲𝗿𝗲𝘀 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora