La carrera de Sai

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Muchas horas antes en medio del pánico de hospital...

—¡¡¡¡AL SUELO DOBE!!!! ¡¡¡AL SUELO!!! ¡¡¡ITACHI, SAI...!!!

Escuché la advertencia de mi primo. Jalé la muñeca de Itachi y nos tiramos al piso. Cuando enfoqué la vista a través de los vidrios que se desplomaban en el piso, pude verlos.

Eran dos hombres totalmente vestidos de negros y bien armados. Sin duda era obra de mi tío Fugaku, impedir la felicidad de Sasuke y de Naruto, no lo permitiría.

Merecían ser felices.

—Itachi... hazme un favor-cerré los ojos unos segundos. Había dos cuerpos en el piso desangrándose. Lo que me temía es que no podía ver a mi primo ni a Naruto debido a la pared que nos cubría-Cuídate mucho-me puse de pie al momento de dejar de escuchar los disparos.

—¿Qué harás?

—¿Tú qué crees?-sonreí.

Escuché el potente rugido del vehículo huir de la escena del crimen, suspiré y doblé la esquina de la pared escuchando el grito de Itachi. Me encontré con varios cuerpos y en el medio a Sasuke que abrazaba a Naruto, vi algo de sangre en su playera, me asustó. Rezaba porque no fuese nada grave, mi atención recaía principalmente en perseguir a las personas que contrató mi tío.

Pasé de largo de ellos antes de arrepentirme, y corrí dando todo de mí por la dirección que habían tomado. Me di cuenta del rumbo gracias a un auto que estaba totalmente destruido a un costado de la ruta, en el medio de la huida seguramente estaban temerosos de que la policía apareciera repentinamente y chocaron al momento del arranque.

Noté a mí alrededor a medida que avanzaba que la gente transitaba normalmente. Como si nada hubiera pasado. Llegó un momento en que vi dos calles opuestas... ¿A dónde podrían haber ido?

Hice memoria. Era un auto negro de vidrios polarizados. Recorrí la vista a ambos lados corroborando que no estuviese estacionado o abandonado, lamentablemente debido a la distancia no vi la patente. Tendría problemas si había más de uno a esas horas.

Y lo vi.

En una esquina cruzando la calle, había un auto negro de vidrios polarizados detenido. Sonreí, había una pequeña posibilidad y aun así estaba seguro que era ese.

Crucé viendo que ningún vehículo circulaba. Caminé discretamente hasta estar unos pasos del auto, debido a que la ventana estaba cerrada y era polarizada no sabía con exactitud si estaba adentro y si era el auto correcto.

Solté una pequeña risa. Tengo que arriesgarme...

Tengo miedo.

Pero debo intentarlo.

Dios... protégeme.

—Chico... no te esfuerces por un par de días. Tu brazo llevara tiempo recuperarse-tengo vendada la frente y el brazo colgando con ayuda de mi hombro y cuello.

Estoy vivo.

—Gracias. Por favor lleven las ambulancias al hospital, hay muchos heridos.

—No te preocupes. Ya han sido enviadas.

Todavía no puedo creerlo.

—Eres un héroe.

Simplemente sonrió. Hace instantes mientras esquivaba las balas valiéndome de lo que tenía a mi alcance, temblaba como una gelatina y sentía que mi corazón saltaría de mi pecho.

La calle está repleta de patrullas de policías. Yo los llamé al dejar inconscientes a los muy malditos. La gente observa con miedo, no permiten a nadie acercarse. Acabo de contarles todo a las autoridades.

La pesadilla terminó.

¿Qué puedo decir?

La forma en que me enfrente a ellos fue estúpida.

—¡¡Salgan del auto bastardos!! ¡Sé que vienen del hospital y han matado personas!

Si, definitivamente fue estúpido gritar eso en medio de la acera. Los demás mirándome raro y sin embargo la puerta del vehículo se abrió y las balas comenzaron a volar hacia mí.

Sus municiones tenían un límite. Los enfrenté a golpes, mientras la gente corría aterrorizaba y gritaba. Me hubiera venido bien una ayuda. Pero bueno... pude con ellos y llamé a la policía.

Me bajo de la parte trasera de la ambulancia, es hora de regresar.

—Hablare con el jefe para que puedas venir con nosotros.

—Gracias-se alejó. Y entonces mis ojos dieron con algo verdaderamente hermoso...

Un pelirrojo hablando con un hombre mayor, un paramédico. También era de cabellera roja.

Su mirada se cruzó con la mía, miré hacia otro parte sintiéndome un idiota. Solo pasaron unos tres minutos quizás... cuando centré mi mirada al frente estaba ahí.

—Hola.

Mirándome con sus ojos verdes.

—H-hola-es raro esta situación.

—Me enteré por mi padre lo que hiciste. Eres muy valiente-habló serio-pero podrías haber salido peor que un simple yeso en el brazo. Tuviste suerte. No arriesgues tu vida de esa manera, podrías vivir poco.

—Lo tendré en cuenta, gracias-sonreí falsamente. Je... no me esperaba un comentario así. Pero tiene razón, soy un loco por hacer eso.

—Bien, espero mejores.

—¡Espera!-me escuché gritar desesperado. Mierda, ¿Qué es esta sensación en mi pecho?

Se da la vuelta y me mira.

—¿Qué pasa?

—Yo... yo... dime tu nombre por favor.

Sus ojos me miran sorprendidos.

—Gaara. ¿Por qué lo preguntas?

—Porque me gustas.

Me ordenaron subir a una de las patrullas, lo miré por la ventana él no podía lograr reaccionar. Reí. Estaba sonrojado.

Abrí la ventana antes de que el vehículo se moviera. Esperaba verlo de vuelta. Si su padre era medico, tenía esperanza de verlo nuevamente.

—¡¡Mi nombre es Sai, no lo olvides Gaara!!

—Muchacho no grites-escucho la voz del policía al volante.

—Lo siento. Era importante.

—Muy bien, ahora vamos al hospital.

—Sí.

Y en este mismo instante... está frente a mis ojos.

—¿Sai?

—Gaara...

—Oigan, no entiendo nada.

Veo a Gaara mirar a Itachi y a su espalda están Naruto y Sasuke con sus frentes juntas sonriéndose bobamente y totalmente abrazados.

—¿Eres... un Uchiha, verdad?

¿Porque ese rostro triste? ¿Porque me miras de esa manera Gaara?

—Sí. Uchiha Sai.

¿Qué tienes con los Uchiha?

(Continuará)

Dolor de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora