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«𝘔𝘺 𝘴𝘶𝘯𝘧𝘭𝘰𝘸𝘦𝘳»
Miraste a ambos lados del pasillo con los ojos entrecerrados, al no ver a nadie corriste hasta la clase 2-4, te aseguraste de que nadie miraba cuando colocaste un pequeño sobre decorado con pequeños girasoles en uno de los escritorios. Cuando terminaste corriste como si te persiguiera el diablo hasta el patio, con la respiración algo agitada levantaste la vista para encontrarte con la sonrisa de tu amiga Michimiya.
─No sabía que venías tan temprano —golpeó tu hombro amistosamente— además ¿por qué parece como si hubieras venido de correr una maratón?
─A-ah, quería despejarme y salí a correr, s-sí era eso.
Te rascaste la nuca nerviosa, sin saber si creería tu escusa, que al parecer creyó aunque con una ligera duda. Soltaste un suspiro aliviada pero ahora tenías que ayudarla con su entrenamiento, pues quería seguir mejorando para convertirse en capitana el año que viene.
Mejoraste tus colocaciones gracias a ayudar a tu amiga constantemente, no te quejabas, ya que así podrías pasar tiempo con Sugawara si querías mejorar para poder ayudar a Michimiya. Además así ella podría estar con Daichi, la vuelta de clases no era algo que solo tú esperabas, tu amiga te confesó que le encantaba aquel chico, aun así tu preferiste mantener en secreto tus sentimientos, aunque a veces se te nota demasiado cómo miras a Koushi.
─¡Una más por favor!
Sacaste todo el aire de tus pulmones sonoramente, cansada de lanzar y lanzar el balón sin descanso, ibas a negar para tomar un descanso pero vuestros amigos entraron por la puerta, haciendo que la pelota se escapó de tus manos al ver lo brillante que parecía Sugawara, solo era un simple efecto de la luz que entraba al pabellón sin embargo él parecía brillar sobre los demás.
Tan brillante como el sol.
El tiempo pasó rápido gracias a su presencia, ahora solo podías esperar sentada en un banco junto a tus amigas, rezando para que se diera cuenta de tu carta, solo eran unos poemas sin remitente pero esperabas ver su reacción para saber si continuar o no.
Su cara se bañó en sorpresa al ver una pequeña carta amarilla pálida, con algunos girasoles pintados sobre esta, la leyó sorprendiéndose aún más, comprendiendo que alguien estaba enamorado de él. Sus pensamientos estuvieron nublados durante lo que restaba del día, pensando en las posibles personas que podrían haber escrito aquellos hermosos poemas. Pero su mente solo tenía una persona, cosa que descartó porque era imposible que escribiera algo así.
Entonces, decidió comentarte su situación ya que sin duda eras alguien cercana en la que confiar, al final de clases te llamó para hablar, tu estabas demasiado nerviosa pensando en sí podría haberte reconocido o no. Un suspiro de alivio salió de tus labios cuando te confesó que estaba confuso ante la carta, por ahora era mejor no confesar tus sentimientos tan directamente, solo querías esperar un poco más.
─¿Tienes idea de quién podría ser?
Negaste, fingiendo pensar en alguien, dando unas palmaditas en su hombro.
─No sé, pero ¿Qué piensas de los poemas?
Te miró un poco extrañado.
─No te dije me habían escrito poemas.
Te congelaste por unos segundos y luego golpeaste su hombro juguetonamente, disimulando tu nerviosismo, aunque tu voz salió un poco temblorosa.
─Ya, pero por el tamaño no parece que haya escrito mucho.
Volvió a mirar el papel, ciertamente era muy pequeña como para que alguien exprese sus sentimientos completamente.
─Tienes razón.
Te calmaste al ver cómo se tragó tu mentira, continuasteis hablando sobre el tema durante unos minutos.
─El problema es que no creo poder corresponder a sus sentimientos.
Tu corazón se paró, esperando a que continuase, al ver que no lo hacía decidiste darle un empujón.
─¿Por qué?
─Bueno yo... —sus mejillas tomaron un tono rosado— creo que me gusta alguien.
E̶s̶p̶e̶r̶a̶ ̶¿̶q̶u̶é̶?̶
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