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«𝘒𝘪𝘴𝘴 𝘪𝘯 𝘵𝘩𝘦 𝘬𝘪𝘵𝘤𝘩𝘦𝘯 𝘭𝘪𝘬𝘦 𝘪𝘵'𝘴 𝘢 𝘥𝘢𝘯𝘤𝘦 𝘧𝘭𝘰𝘰𝘳»
Los días siguientes te sentiste todo una cobarde, evitando a Sugawara todo lo que podías, aferrándote a su bufanda como si fuera lo único que podías conservar de él. No te atrevías ni a mirarlo a los ojos después de expresarte correctamente sobre tu situación en cuanto a sentimientos.
Suga tampoco se molestó en buscarte durante algunos días, se paró a pensar detenidamente otra vez, pero ahora con otros pensamientos en mente, teniendo en cuenta tus sentimientos todo se veía diferente. Aquellos pequeños detalles que se le pasaron por alto ahora tenían otro significado, y se sintió mal no haberse dado cuenta de eso, porque no quiso hacerte daño, no quiso lastimarte de esa forma. De igual manera, descubrió algo muy importante que le aclaró todo el lío que tenía en su cabeza. Se sintió estúpido al confundir atracción y amor.
Apretó sus pálidas y frías manos, intentando buscar calor, miró como Daichi hablaba animadamente con Michimiya y sonrió, con un pequeño suspiro se marchó del gimnasio para ir a cierta clase. Se adentró observando tu figura, con los nervios a flor de piel, sus manos empezaron a temblar levemente cuando levantaste la vista, le dedicaste una triste sonrisa.
Odiaba verte así, quería ver tus verdaderas sonrisas y no aquellas falsas, se odiaba por hacerte sentir así, pero planeaba solucionarlo. Por tu parte sentías una opresión en el pecho cada vez que debías verlo, porque a pesar de evitarlo después de tu confesión era inevitable volver a verlo.
Nada salió de vuestras bocas por un rato, ambos estaban sentados mirándose en silencio, analizando al contrario con sumo cuidado hasta que Suga decidió romper la tensión.
─Yo... me gustaría hablar contigo adecuadamente, al igual que tú hiciste conmigo.
Todo tu cerebro se cortocircuitó aún así asentiste, escuchando detenidamente a Sugawara, con el corazón bombeando rápidamente toda la sangre de tu sistema, justo cuando estaba a punto de terminar su monólogo la última parte te dejó aturdida.
─Siento mucho haberte hecho sentir así ─se acercó a ti, con un pequeño rubor─ fui idiota pensando que me gustaba Daichi cuando solo sentí una pequeña atracción, nunca me di cuenta de mis sentimientos hacia ti hasta que me lo dijiste, pero en verdad... me gustas, me gustas mucho más de lo que imaginé, y entiendo que ahora mismo no quieras verme, lo entenderé.
¿Habías escuchado bien o tenías cera en los oídos? ¿Esto era real? Tuviste que pellizcarte las mejillas para comprobarlo.
Mierda, no era un sueño.
¿̶V̶e̶r̶d̶a̶d̶?̶
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El sonido de la puerta hizo que te despertaras, con un bostezo te acomodaste más sobre tu cama, no queriendo salir de la comodidad. No te molestaste en abrir los ojos al sentir como alguien ponía una manta sobre tu figura, tapándola para que no pasaras frío, sonreíste ante la acción murmurando cosas inaudibles a tu pareja, sabiendo que era esa persona gracias al sonido de las llaves y los pasos.
Sonrió mirándote para recostarse a tu lado, acariciando tus mejillas con los nudillos, no se arrepentía de aquel día en el que confesó sus sentimientos.
─Despierta dormilona, es la hora de la cena.
Gruñiste un poco, abrazándote a él, que rio de tu comportamiento, te estaba mimando demasiado últimamente pero ¿Cómo no podía hacerlo? eras demasiado adorable a sus ojos. Después de unos cuantos minutos un agradable olor te sacó de tus sueños, de inmediato te levantas sabiendo que habían cocinado tu plato favorito.
─Sabía que esto funcionaría.
─Eres un tramposo.
Ambos reísteis ligeramente, se miraron por unos segundos compartiendo la calidez en un abrazo cariñoso. Chocaste tus labios con los suyos por un corto periodo de tiempo, besándolo en la cocina como normalmente hacías para despedirse cuando él se iba. Sostuvo tus manos con un agarre firme, lo miraste con un sonrisa, con una verdadera sonrisa llena de felicidad que nadie podría romper en este momento, una de esas que a él tanto le gustaban.
─Te quiero, Suga.
─Yo también te quiero.
Os acercasteis lo suficiente como para rozar vuestras narices, con un beso de esquimal que os hizo reír como si fuerais niños pequeños.
Sí, el amor a primera vista dolió, dolió bastante, pero no siempre tiene por qué acabar mal, ahora, lo sabías bien, mereció la pena confesar tus sentimientos, valió cada maldito segundo de tu existencia.
Por fin eras feliz con tu ángel.
T H E E N D
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Bueno, esta fue por goleada mi peor historia, al menos a mi parecer, no me gustó nada, se me hizo repetitiva y algo aburrida
igual ¡gracias por todo el apoyo y por llegar hasta aquí!
