Prologo: La batalla de Ennland

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Hay... Quienes dicen que tras la paz. La prosperidad y los buenos tiempos es lo único que se alza ante el mañana, pero cuando vences a un enemigo, uno peor emerge. Y eso fue lo que sucedió.

En cuanto las últimas naciones de Elfos, Enanos y cualquier otra especie que habitara a su alrededor cayeron, el enemigo avanzó por el oeste hacia el continente de Ennland. Tierras poco exploradas pero habitadas por tres especies en particular, como lo son los Wyverns (hombres dragón), seres que como su nombre lo menciona poseen la extraña habilidad de trasformar sus cuerpos a feroces dragones quienes surcan por los cielos imponiendo su majestuosa presencia. Durs (los mestizos exiliados), producto de los enfrentamientos entre elfos de luz y elfos oscuros y el sometimiento mutuo de sus especies, surgieron seres quienes en sus venas portaban ambas sangres pero que no eran aceptados por ninguna de sus especies progenitoras, provocando su destierro de sus territorios. Humanos, a pesar de no poseer habilidades excepcionales como las otras, han demostrado ser completamente capaces de hacerle frente y salir victoriosos ante cualquiera que intente subestimarles.

Pero, el enemigo... El enemigo era algo para lo que nadie estaba preparado. Criaturas superiores en fuerza y número, mucho más inteligentes y audaces que cualquier otra con la que se haya tenido conflictos. Su procedencia era desconocía y sin textos que los mencione o profecía que los anunciase ellos simplemente aparecieron. En poco tiempo dominaron una gran parte del territorio vivo de nuestro mundo, la escasa gente que sobrevivió de las otras especies se refugió en Ennland donde para ese entonces, Humanos, Wyverns y Durs ya habían formado sus propias civilizaciones.

Acorralados y al borde de una posible extinción, estas tres especies dejaron de lado sus diferencias y unieron fuerzas para enfrentar al enemigo que ahora compartían en común. "Espectros" fue el nombre con el que se los denominó. Sin embargo, estos seres no se quedaron de brazos cruzadas, y formaron alianzas con especies que en el pasado habían tenido serios conflictos con otras, orcos, principales enemigos de Elfos y Enanos, a quienes a cambio de su ayuda. Los Espectros les ofrecieron un lugar en el nuevo mundo que pretendían forjar, pero estos no pasaban de ser más que simples peones de guerra para evitar el daño o pérdida de sus tropas.

En tiempos de dificultad, los seres vivos se fortalecen a sí mismos, para ir en contra de aquello que amenaza con su deseo de vivir, el deseo de vivir hace a Humanos, Wyverns y Durs fuertes. Distintos en costumbres y apariencia, pero iguales en mente y corazón, unidos por un mismo odio y una misma sed de venganza por todo aquello que nos fue arrebatado a manos de los Espectros.

A un ritmo lento, pero con seguridad al avanzar, nos recuperábamos poco a poco. La lucha contra los Espectros se extendió por varios años, al punto de verse como algo común. Pero nada es para siempre, la vida cambia. En especial cuando la muerte está próxima a caminar entre nosotros, mientras que antes se mantiene observando en silencio como la vida se desvanece en el campo de batalla.

El enemigo, al ver la formidable y sólida resistencia de estas tres especies, decidió iniciar una guerra, pero diferente de en las que siempre nos veíamos envueltos, su líder atravesó su mundo trayendo consigo un numeroso ejército de millones de espectros. Respondimos a su llamado y movilizamos nuestras tropas hacia el valle del Enn, al sur de Portlant la última nación humana que quedaba en pie.

Y allí estábamos... Formando filas de combate, una detrás de otra. Y donde a cien metros de distancia, se encontraba el enemigo. Todos separados únicamente por el pastizal verde lleno de la más pura y diversa vegetación que caracterizaba a ese valle. Espectros y orcos de todo tipo de apariencia superiores en tamaño y musculatura a nosotros, se imponían aumentando su cantidad. Sin embargo en nuestras filas de nadie tembló con la intención de voltear para atrás y marcharse despavorido. Al contrario, cada una de las personas allí mantenía su mirada fija hacia adelante con gran determinación pues en sus ojos se reflejaban el odio que albergaban en su contra. Y así, con el ascenso hacia los cielos de un Dragón, y su estremecedor rugido resonando en cada rincón del valle, dio inicio la feroz batalla.

Miles de Wyverns se desplegaron por los cielos, así también, las criaturas voladoras controladas por los espectros se elevaron hacia el firmamento, demostrando su superioridad en tamaño, pero pocas en comparación a nosotros. No tardó mucho en verse como el cielo se cubría con las gigantescas llamaradas rojas y negras, expulsadas por Dragones y Espectros. Al mismo tiempo, en tierra Humanos, Durs y aquellos Wyverns que no adoptaron su característica forma, arremetimos hacia el enemigo y viceversa, provocando que el suelo temblara. Casi inmediatamente con cada paso que dábamos, empezaban también a llover cuerpos calcinados por todas partes.

El cielo en llamas y la tierra cubierta en un mar de sangre, era el cruel escenario en el que se desarrollaba la más grande de las guerras que se ha vivido en este mundo.

Los Durs colocaban sus manos sobre los cuerpos sin vida de Orcos y Espectros, y apretándolas provocaban que toda la sangre negra derramada por el valle, se extendiese por cada rincón, atrapando e inmovilizando a cualquiera que estuviera cerca, para de esa manera envolverlos en llamas hasta la muerte. Continuamos luchando por varias horas, hasta que de repente... Vi a su líder en el suelo sin poder moverse cerca de un humano el cual tenía su espada incrustada en el estómago, poco después. Un dragón aterrizó sobre ellos y se llevó al humano ¿Acaso el líder de los espectros había sido derrotado? No estaba seguro, pero luego de que el dragón se marchó. Los espectros se llevaron el cuerpo de su líder y se perdieron entre la multitud.

Después de varias horas, el silencio reinó en el valle, pues por fin... La batalla había terminado, pero. Nadie levantó su espada para demostrar su victoria. Pese a todas las señales de que podría ser que hayamos ganamos, la única vencedora fue la muerte, ya que por todo el valle ella se encontraba presente, como si estuviera en casa. Los cuerpos y la sangre de nuestros compañeros y enemigos, decoraban todo su hogar, como si celebrara la más grande de sus fiestas.

Los Espectros se retiraron, fracasaron al intentar someter a nuestra gente, pero... A que costo... ¿Quizá una victoria de ambos lados? No... Ambos perdimos... Solo que ahora, los espectros controlaban el cincuenta por ciento del mundo y lo que restaba era lo que nos quedaba para proteger.

100 años han pasado desde aquel entonces, nuestra lucha en contra de los Espectros no había terminado ese día, pues todo indicaba a que esta seguiría a la par de nuestra existencia, sin embargo, eso no fue un impedimento para que la vida continuase. Pueblos, ciudades y naciones surgieron. Aquellas especies que llegaron a Ennland en busca de refugio tras haber perdido su hogar, vivieron en paz en cada una de las naciones y a pesar de su pasado. Los Durs acogieron a sus alejados hermanos elfos y les brindaron hospitalidad. Humanos, Wyverns y Durs se convirtieron en las especies más dominantes y juraron que seguirían derramando su sangre la una junto a la otra las veces que sean necesarias para detener a los espectros. Con quienes mutuamente formaron un odio, y una ansia por erradicarse de este mundo. Por lo que solo era cuestión de tiempo... Para que en algún momento la una erradique a la otra...

Y por supuesto, que no seremos quienes perezcan primero.   

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