OurWorld (Cap 3): La última parada

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—No temas cariño, todo estará bien... Tu padre vendrá y nos salvará...

Susurró la mujer oculta en el compartimento inferior de una alacena, dos puertas de madera cerradas desde el interior, la separaban a oscuras del espacio sombrío iluminado solamente por una vela sobre la mesa, a través de las diminutas distancias que había al unir la madera de aquellas puertecillas, divisó la silueta de enormes seres de piel gris oscura, portando largas lanzas de doble punta, aquellos seres hurgaban buscando indicios de algo o más bien de alguien, al exterior más alejado, los sonidos degradantes de gente incrustando en contra de su voluntad sus cuerpos con lo que parecía ser la filosa punta de un arma, no paraban de resonar por todos lados. La mujer oculta cargaba en su brazo envuelta entre una cobija a una pequeña recién nacida, la pequeña intentaba liberar llantos y su madre trataba de hacer que calmara, todo ello teniendo a dos espectros dentro a no más de dos metros de distancia. Ella temblaba por el pánico e intentaba mantener una respiración lo más calmada posible, opacamente mantuvo la mirada fija en aquellos dos seres, un repentino alivio la alertó, dándole tranquilidad al notar como estos seres comenzaban a alejarse, lanzó un suspiro de relajación y volteó la mirada a ver de reojo a su pequeña, devolvió la mirada.

 Ella temblaba por el pánico e intentaba mantener una respiración lo más calmada posible, opacamente mantuvo la mirada fija en aquellos dos seres, un repentino alivio la alertó, dándole tranquilidad al notar como estos seres comenzaban a alejarse,...

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—¡...!

Lanzó un quejido de pánico, pues a través de aquellos diminutos espacios entreabiertos, dos sombríos ojos azules, los cuales se podrían notar incluso en la más oscura de las penumbras, se alzaron observándola, una mano embistió abriendo enseguida la puertecilla, mostrando a la mujer oculta que en su brazo sostenía a una pequeña, el espectro, lanzó un rugido y comenzó a querer sacarla, sin embargo, en cuanto lo quiso hacer, la mujer le lanzó una patada en el rostro con la suficiente fuerza como para hacerlo retroceder hasta caer al suelo. De inmediato salió de aquel lugar sujetando a la pequeña, y en lo que el espectro se levantaba, los otros dos avistaron su presencia por lo que emprendieron su marcha hacia ella, se trataba de la cocina de la casa, de la que logró salir a tiempo antes de que a sus espaldas un espectro le apuntara la lanza que se incrustó en la puerta de la entrada, la mujer corrió asustada por el pasillo tratando de dirigirse a la puerta principal que llevaba al exterior de la casa, a sus espaldas las turbias pisadas de tres espectros no se hicieron esperar, por lo que apresuró el paso.

Ya a poco menos de cinco metros de la salida, la mujer no frenó el paso y solamente era cuestión de empujar la puerta, puesto que estaba medio abierta. Corrió apresurada y de un fuerte jalón la abrió.

—¡Al suelo! —le gritó un hombre de cabello rojo y larga barba.

La mujer sin expresar palabra alguna obedeció y enseguida se agachó al suelo cubriendo con su cuerpo el de la pequeña, procurando que no sufriera algún daño, el hombre rápidamente empuñando una espada la apuntó insertándola en la cabeza de uno de los espectros matándolo al instante. Se colocó delante de la mujer y atacó con cautela, pero con mucho control de sus movimientos a los otros dos espectros, le introdujo la espada en el pecho a uno de ellos y lo empujó, usándolo como escudo de otro ataque, le hundió más la espada hasta liberar desenfrenadamente su oscura sangre y dejar que esta caiga junto al cuerpo del espectro, a medida de ello, rápidamente osciló su cuerpo para taclear al otro que tenía por delante, lo tumbó al suelo y sin darle tiempo de reaccionar, le enterró en la cabeza la espada retorciéndosela hasta partirle el cráneo, al paso de unos momentos de tensión, el hombre se apartó del espectro y caminó hacia la mujer.

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