OurWorld (Cap 3): La última parada parte 2

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El descuido por detenerse a mirar el cuerpo que ya no mostraba rastro de vida, de su compañero aventurero, lo dejó vulnerable a recibir el ataque que por delante el espectro venía haciendo. Antes de que el espectro lo atacara, por la espalda una espada le atravesó el abdomen seguido de un rápido retiro de esta y un último ataque en el pecho que lo dejó sin vida, tras caer su cuerpo un hombre de cabello rojo y largas barbas se mostró ante Tom.

 Antes de que el espectro lo atacara, por la espalda una espada le atravesó el abdomen seguido de un rápido retiro de esta y un último ataque en el pecho que lo dejó sin vida, tras caer su cuerpo un hombre de cabello rojo y largas barbas se mostró...

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—Finbard. —dijo con alivio.

—Tom... —le respondió agridulce—, Ben... Ben esta...

A poco de nada de terminar de hablar, vio al costado de Tom el cuerpo sin vida de Pol.

—Muerto... —dijo Tom—, si... Entiendo. Pol también lo está...

—Pol...

—¿Has visto a Cían?

—No... Apenas y pude cubrirme de la explosión.

De repente el sonido de varios pasos acercándose por diversos lados los rodeó. Tom y Finbard, al

presentirlo se colocaron a espaldas del otro, y lentamente dieron pasos en círculos atentos al primer lugar por donde puedan aparecer enemigos.

Fue por el lado de Finbard por donde un espectro apareció primero, ágilmente le blandió su arma cortándole los ojos, y acto seguido una puñalada en el pecho que culminó con una patada hacia atrás. Mientras tanto por el espacio de Tom, un arma se abrió paso chocando con su espada, y antes de que ambas cuchillas se inserten en el cuerpo del otro.

—¡Cían! —expresó percatándose

—Tom, Finbard —dijo aliviado—, escuchen, Ben esta...

Sin poder terminar de hablar vio en el suelo el cuerpo de Pol.

—Si, ya lo sabemos... Pol también... —contestó Tom.

—Mierda...

—¿Sabes si hay sobrevivientes?

—No escucho armas chocando unas con otras... Parece que somos los últimos...

—Ya veo...

—Por cierto, vengan a ver esto...

—¿...?

—¿...?

El polvo aún no se terminaba de asentar, y misteriosamente no hubo avance por parte de más de aquellas criaturas con el vientre rojizo. Sin entender a donde Cían los quería llevar, caminaron hasta poco a poco alejarse de la cortina de humo, llegaron hasta los cimientos destruidos de una casa, lugar en el que el polvo ya no opacaba la vista.

—Por aquí —dijo Cían señalando con la cabeza a un rincón.

—¿Qué es eso...?

—Pero... ¿Cómo es que...?

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