Tiandi Baiju: Caballo Blanco del Cielo y la Tierra

Capítulo 14: Eres una muy buena persona

PASADO.

La respuesta de Wu Xingping se alineó con la suposición de Zhou Luoyang.

—El hermano mayor se puso en contacto con el informante. Jefe Mu ya nos había advertido que no aceptáramos más trabajos de cajeros automáticos. Le preocupaba que estos fueran atrapados y hablaran, por lo que todos estaríamos implicados y nos arrestarían. El hermano mayor nunca comentó de eso con nadie. Sólo me dijo que después que termináramos el trabajo, podríamos obtener diez millones. Él y yo lo dividiríamos...

Du Jing frunció el ceño ligeramente. Sus dedos golpearon la superficie de la mesa.

—No estoy mintiendo. —murmuró el chantajista.

Du Jing preguntó—: ¿Sabías que Yu Jianqiang iba a ser asesinado esa noche?

—No. El hermano mayor dijo que sólo le daríamos una lección. —respondió.

Wu Xingping parecía agotado. Diez millones. Esa suma de dinero fue mucho más de lo que soñó en conseguir. Era una cantidad que no podía adquirir ni ahorrar durante muchas vidas. Fue suficiente para convencer a personas que se arriesgan por desesperación.

—¿Cómo estás seguro que la otra parte te daría el dinero? —Zhou Luoyang expresó su duda.

Wu Xingping siguió a su hermano mayor durante mucho tiempo. Explicó—: Esa no sería la primera vez. En el pasado, siempre cumplieron su palabra y enviaron el dinero.

Du Jing dio unos golpecitos con el dedo en la mesa. Wu Xingping no entendió lo que eso significaba.

—Teléfono.

El chantajista sacó el aparato y lo puso sobre la mesa.

—Contraseña. —murmuró Du Jing.

Wu Xingping vaciló momentáneamente, pero finalmente le dijo su contraseña.

—¿Alguien te ha agregado en los últimos dos días?

La otra parte respondió—: Yo... apagué mi teléfono. Zong ge me lo recordó. Le preocupaba que pudieran rastrear mi ubicación.

—¿Quién es Zong ge?

—El chico de los anteojos. Es el asesor del jefe.

—Tarjeta. —exigió Du Jing.

Wu Xingping guardó silencio durante un buen rato, a lo que Du Jing explicó—: Quiero usar tu WeChat. Los cuatrocientos mil son tuyos ahora. Cuando sea de día, bájate en cualquier estación.

El contrario dejó de oponerse y accedió. Incluso proporcionó una aguja para expulsar la tarjeta SIM.

—Déjalo ir. —susurró Zhou Luoyang.

—Bien. —dijo Du Jing por fin.

El tren seguía en movimiento. El joven miró la tarjeta y la aguja en la mesa. Los dedos largos y delgados de Du Jing agarraron el objeto puntiagudo intentado meterlo; Zhou Luoyang se sentó en el sofá y se la quitó, ayudándolo a instalar la tarjeta en el teléfono de Wu Xingping. La ranura se abrió.

Du Jing jugueteó con él por un tiempo. Apretó un botón, encendió el teléfono y lo desbloqueó. Primero, inició sesión en WeChat de Wu Xingping con intención de buscar nuevos contactos. Dos personas lo habían agregado.

Du Jing usó su propio teléfono para tomar fotografías de la información de contacto de las dos personas. Luego apagó el aparato y lo guardó junto con la tarjeta de Wu Xingping.

Zhou Luoyang bostezó a lo que Du Jing preguntó—: ¿Soñoliento?

Era casi la una y estaba muy cansado.