Ocho.

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El hombre llamado Sour caminó hacia Mojito con un rostro serio, pero nada hostil.

-Hola hermano ¿Cuanto tiempo sin verte?-le dijo al estar frente a su consanguíneo.

Mojito le respondió y estrecho la mano de su hermano de una forma un tanto tiesa. Amaya se apartó para que ellos hablarán en paz y así fijo su atención en la mujer y la niña. Aquella hermosa dama veía de reojo a los hermanos con una actitud inquieta.Después de unos minutos en que estuvo jugueteando con su hija,decidió acercarse a esos dos para dar un frío saludo a Mojito y decirle a su esposo que se diera prisa.

-...No está lejos,quizá tú y tu familia puedan visitarme algún día-le dijo Mojito tras despedirse.

-Me encantaría.

-querido,se nos hace tarde-insistió la mujer-Adiós Mojito.

-Adiós Kumi. Los estaré esperando-añadió Mojito cuando ellos ya se iban.

Ayame miró a ese hombre quedarse viendo a su hermano y esposa,con una nota triste en sus claros ojos. Se quedó allí parado con esa sonrisa resignada en sus labios y un dolor contenido que parecía apartarlo del mundo. Pasaron varios minutos antes de que Mojito se moviera y la llamara para llevarla a aquella enorme casa en reconstrucción.

Fue una caminata bastante callada,pero ninguno parecía disgustado con eso,mas al llegar a ese pórtico ahora reluciente, Amaya se quedó de pie al inicio de la escalera y de la nada comenzó a llorar,mas como si no fuera consciente de que lo estuviera haciendo. Su mirada estaba perdida en un punto más allá de aquella pulida fachada y se desmayo.

De apoco,Amaya, fue recobrando la consciencia y escuchó la voz de un hombre decir que lo de su ojo había sido sumamente traumático y que de no cuidarse apropiadamente,podía comprometer el otro. Se quedó quieta porque se sentía extraña, rodeada de algo suave y cálido. Todo olía muy bien en torno a ella lo que la hizo sentirse muy tranquila,pero cuando se palpo la ropa se asustó,pues no llevaba la suya.

-Tranquila-le dijo Mojito tomándola por los hombros para que se volviera a acostar.

Cuando vio aquel rostro,Amaya se sintió aliviada y regresó a su postura,para ver a un señor de cabello cano salir de aquella habitación seguido de Mojito, quien volvió un poco después para arrastrar una silla hasta un costado de la cama y sentarse allí.

-Te tengo una noticia,Amaya-le dijo aquel hombre a quien su sonrisa lo había abandonado.

Mojito contemplo aquel rostro candido y maltratado. Mucho le dijo el doctor respecto a ella después de examinar su cuerpo,
pues tuvo bastante tiempo para ello. Muchas huellas de cosas malas había en aquella pequeña figura,demasiadas para alguien que apenas tenía diecisiete años, según el doctor,pero la más terrible de todas era la que llevaba en su vientre.

-Estás embarazada-le dijo Mojito al fin.

La muchacha lo miró con sorpresa,pero una perturbadora y a lo único que reacciono fue a gritar como si le hubieran hecho una herida terrible. Quiso salir corriendo,pero no llegó lejos, pues Mojito la sujeto para contenerla,mas mientras lo hacía comenzó a cuestionarse varias cosas,respecto a sus acciones con aquella muchacha.

Cuando al fin ella se calmó y volvió a la cama para quedarse sumida en sus pensamientos,con mucho cuidado,Mojito puso su mano sobre el vientre de la muchacha,pero sin tocarla.Quizá podía obtener lo que quería,lo que tanto anehelaba y esa posibilidad lo hizo sonreír.

El pórtico del triste ángel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora