¿Vas a cuidarme o vas a follarme?

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Bajo la escalinata de mármol, me Paro en las afueras del instituto esperando que llegue Noah a recogerme.

De verdad odio que me haga esperar, se supone que debería estar aquí cuando entro y cuando salgo. Es más, no debería irse, debería quedarse conmigo todo el día pero el instituto no lo permitió.

El sabe que no puedo agarrar mucho sol por que se me reseca el cabello, pero como le encanta llegar tarde. Seguro se estaba tirando a la sirvienta, otra vez.

Veo el Mercedes negro que se acerca y corro hasta el, tratando de llegar antes que el se baje y me abra la puerta. No lo consigo, el es muy rápido.

Me abre la puerta del auto y entro a gruñendo.

-Deje de gruñir señorita, solo las perras gruñen. -Sonrió pícaro, y admito que me derreti.

-¿Me estas llamando perra, noah? -Alcé una ceja.

-En ningún momento señorita Sam. -Echo una carcajada, como si fuera un chiste privado.

-Sabes que no me gusta que me digas así.

-A usted no le gustan Muchas cosas -Me miró a través del retrovisor.

-Algún día tendré las bolas de decirle a mis padres que te despidan. -me crucé de brazos y miro a la ventana.

-Usted nunca tendrá bolas. Yo tengo ¿Quiere verlas? -volvió a sonreír con su preciosa dentadura. Esa barba que tiene le luce espectacular, debe tener unos tres días.

-No asco iu.

-JA, eso no me lo decía anoche.

-No te dije nada anoche, tu estabas tirandote a silvia y yo estaba durmiendo.

-Y usted celosa de silvia, ¿O me equivoco?

Le iba a responder, pero ya habíamos llegado a la casa. Me abrió la puerta del auto y salí refunfuñando. Abrí la puerta de la casa y me encontré a la puta de silvia limpiando la mesa del comedor.

Mis padres no viven aquí. Yo vivo sola desde los 17 en california y ellos, bueno ellos se quedaron en Europa. Vine a estudiar aquí, y mis padres me compraron la mansión y el auto.

Mis padres son los dueños de una empresa de cosméticos muy famosa. La cual les ha dejado una muy buena posición económica. Y de ahí surge Noah.

Noah es mi guardaespaldas desde hace 1 año. Y como lo detesto. Siempre tiene ese estúpido aire de grandeza al rededor. Una perfecta sonrisa en su cara todo el tiempo. Y nunca le falta una palabra en la boca para hacerme enojar.

Por no mencionar que tiene un perfecto físico. Alto, espalda ancha, caderas pequeñas, mandibula cuadrada, ojos grises, cabello castaño, labios perfectamente delineados, manos delicadas pero a la vez muy fuertes... podría pasar horas en esto, créanme. Tenemos una hermosa relación amor-odio.

Entro a la cocina y veo a Luiggi, el cheff, cocinando lo que parece ser mi comida favorita. Pasta. Lo noto un poco apurado.

-¿Qué te pasa Luiggi? -Me subo al mesón de la cocina con las piernas estiradas- ¿Por qué estás tan apurado?

-Señorita colleman, mire la hora, son las 2:45pm y usted almuerza a las 3pm. La pasta no está lista, ya se la termino ya se la termino.

-Relájate italiano frustrado, no tengo que comer a las 3 en punto. Puedo esperar, pero mas vale que valga la pena.

Soltó la olla de la pasta y puso sus manos en su cadera, me miró.

-A ver, ¿Cuando le he echo una mala comida? -Frunció un poco el ceño he intentó lucir enfadado.

Puro morbo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora