Four

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Bien, ¿Ahora que?

Ya era obvio para Draco que lo que ocurría no era normal, pero ¿Ahora que haría?

Hacer un escándalo, no.

Seguir la corriente y dejar que lo que sea que hayan planeado en su contra suceda, no.

Hacerse el tonto y buscar la forma de safarse de esta locura, para luego largarse de ese supermercado y no volver jamás, tentador.

Draco no tenía ni idea de que podría ser tan importante como para que hasta los adultos, principalmente sus padres, estubieran involucrados.

Obviamente iba a ser humillante, no sabía que era, pero iba a ser humillante.

Suspiró, si tan solo sus amigos estuvieran aquí, sería más fácil.

De repente un ruido, de algo cayéndose, sonó detrás de él. Draco se dió vuelta, esperando encontrarse a Potter, posiblemente el responsable de toda esta tontería, o a alguno de sus amiguitos, en su lugar no estaba ni más ni menos que Pansy Parkinson, la, hasta ahora, mejor amiga de Draco, tomando del brazo a Finnigan.

Apenas los vieron mirarlos, ambos hecharon a correr, dejando tirado a su paso lo que parecía ser un pedazo de algo rojo.

"Estoy solo, completamente solo. Hasta mis amigos están metidos en esta idiotez"

Se lamentó Draco a la vez que se acercaba a averiguar que era lo que los chicos habían dejado caer tras su huida.

Al tomarlo entre los dedos se dió cuenta de que era un pétalo de rosa.

"Genial, ahora también destrozan inocentes plantas"

Al levantar la vista se encontró un camino de pétalos que daba hasta una puerta de vidrio, una habitación iluminada desde dentro.

"Ajá, no mentiré, si tengo curiosidad. Pero entrar ahora sería entrar en la boca del lobo."

Se levantó y caminó en sentido contrario, sacando su celular para alumbrar el camino.

En algún punto de sus divagaciones, los clientes habían terminado de irse todos, no quedaba nadie, ni siquiera las personas de las cajas. Las luces se habían ido apagado hasta solo dejar iluminado la habitación que daba al final del camino de pétalos, al que Draco se negaba a entrar.

Luego de un rato se dió cuenta de algo horrible, no había hacía dónde ir.

Sus padres no estaban en la parte de los lácteos, como era de esperarse, y no había vuelto a encontrarse con ningún otro empleado.

No quedaba de otra, era entrar en esa estúpida habitación, y terminar con esto de una vez, o quedarse ahí afuera hasta que alguno se cansará de esperarlo y diera por terminada esta mala, malísima, idea.

The supermarket [Harco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora