Capítulo V.

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La cena con los Sheran se pasó rápido. Cuando me acordé yo ya estaba preparándome para dormir, miré al reloj y marcaban la 1 de la madrugada.

(...)

Hoy es mi tercer día, la cuenta regresiva ya empezó y me quedan cuatro días más.... todo esto es tan difícil de asimilar. Estoy empezando a sentir más cansancio. Hoy amanecí con un terrible dolor de piernas. No puedo ni moverlas. Me pusieron una crema que supuestamente calmaría mi dolor, pero no ha hecho nada aún.

Como pude me levanté de mi cama y me di una ducha, y me puse algo. El día estaba muy fresco y yo no pensaba salir de casa, no con este dolor de piernas.

Almorcé junto con mi familia y luego me senté en la sala a ver la televisión.

Como no encontré nada, subí a mi cuarto y me puse a ver un álbum de fotografías viejas que tenía ahí.

Me puse a ojearlo, y derramé unas cuantas lágrimas mientras veía esas fotos.

Uno nunca sabe lo que el destino le tiene preparado. Yo estaba muy bien hasta que me diagnosticaron esa enfermedad. Cuando las pruebas dieron "positivo" mi mundo se vino abajo..... me hundí cuando me dijeron que moriría en siete días.

–¿Cómo te sentís? –preguntó mi mamá entrando a mi cuarto.

–Esa pomada no sirve de nada... mis piernas me duelen muchísimo. Apenas y pude subir.

–El doctor dijo que pasaría eso.... –se sentó en la esquina de mi cama. 

–Yo no quiero morir..... ¿no hay ninguna cura? ¿ningún otro tratamiento? ¿alguna operación? Debe haber algo. Cada día inventan una nueva manera de matar gente, una nueva manera de torturar personas... pero no pueden inventar una cura contra este tipo de enfermedades. –dije lamentándome. Quería llorar, pero debía contenerme un poco.

–Lamentablemente no. Todos los tratamientos, medicamentos, ya te los dieron y los tomaste. Nada hizo resultado. Una operación no serviría de nada, hija. Ya no queda nada más que hacer.... 

–Yo no quiero morir. ¿Entendes? Yo quería terminar mis estudios. Quería tener una carrera. Formar una familia, tener hijos, ser abuela.... pero todo eso se vino abajo.

–¿Pero qué hacemos? No hay nada... nada que pueda hacer que vivas un poco más, hija –dijo mi madre soltando una lágrima.

–Solo un milagro..... –dije mirando fijamente a mi madre.

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