"Minghao está enamorado.
Está enamorado de un chico que siempre lleva un libro en manos y anteojos redondos cayendo por el puente de su nariz.
Minghao está enamorado y escribe diez razones por las cuales ama a Kwon Soonyoung"
Advertencia ⚠️:
Mención...
Era mi primer día como estudiante de preparatoria.
La hora de almuerzo era lo que más me asustaba, porque no tenía amigos y no quería que los de años mayores se burlaran de mí (salir de la cafetería no era una opción, pues estaba prohibido salir de ésta en la hora de almuerzo).
Recuerdo que tomé asiento en la primera mesa que miré sola y dejé mi bandeja sobre la misma.
Luego de lo que a mi parecer cinco horas y no minutos, un chico de facciones suaves me preguntó si podía sentarse conmigo. Lo reconocí como alguien que iba en mi grupo y asentí; no quería estar solo y al parecer él tampoco.
Junhui era su nombre.
El chico era amable y simpático, tenía el cabello hasta los hombros y de un color café oscuro.
Asombrosamente congeniamos rápido y el almuerzo se volvió ameno.
Paseé mi vista por la cafetería, observando a cada persona que se me atravesara, como una manía que había adoptado hace ya bastantes años.
Y entonces lo ví.
Estaba sentado en el fondo de la cafetería, solo, unos auriculares yacían en sus oídos, mientras una mano alternaba un emparedado y una botella de agua con gas, la otra sostenía frente a su rostro un libro.
Cometas en el cielo, de Khaled Hosseini.
Sus ojos vagaban por las letras de cada página, sus pupilas viajaban de un extremo al otro de las hojas (que no es como si hubiera alcanzado a distinguir eso, pero sólo es para darle emoción a mi narración), unas gafas redondas caían suavemente por el puente de su nariz y cuando resbalaron de más, utilizó la mano que tomaba el agua y el emparedado y la acercó a su rostro para acomodarlas en su lugar con el índice y el pulgar.
Seguí el movimiento sin poder evitarlo.
Su rostro parecía no expresar ninguna emoción, pero luego de que leyera algo de su libro frunció el ceño.
Me pareció tan adorable verlo mientras leía que me quedé embelesado cuando una tenue y apenas perceptible (por la distancia que nos separaba) sonrisa surcó su rostro. Una luz pareció brillar a su alrededor y los ángeles parecieron cantar a coro. Un niño con alas y pañal apareció de repente y lanzó una flecha que dió directo en mi corazón.
Yo no sabía ni como se llamaba y su sonrisa ya me había cautivado.
Cuando Junhui me sacó de mi burbuja y me preguntó que a quién miraba tanto, sólo logré ponerme nervioso y rojo hasta las orejas, y toser con indiferencia muy mal fingida mientras señalaba al chico del libro diciendo que "quería ver qué libro estaba leyendo pero no alcanzaba a distinguirlo por la distancia".
Junhui no mencionó nada y se lo agradecí, no estaba en condiciones de hablar sobre mi repentino enamoramiento hacia un chico cuyo nombre desconocía.
Al día siguiente, volvimos a sentarnos en la misma mesa, ésta vez acompañándonos por Hansol, un chico de cabello azabache, y personalidad chispeante que había tropezado y caído sobre Junhui.
El chico del libro estaba sentado dónde mismo, con un emparedado y una botella de agua con gas alternándose en una mano y el mismo libro en la otra.
Llevaba los auriculares puestos y traía puestas las mismas gafas del día anterior.
De repente, lo ví poner su dedo como marca páginas y moverse un poco buscando algo en lo supuse era su mochila. Al ver su mano, descubrí un plumón fosforito azul y un lápiz.
Extrañado, observé fijamente sus movimientos, y noté que subrayaba algo del libro con el plumón, luego que escribía con el lápiz y colocaba un papelito color blanco.
Con su índice y pulgar subió las gafas por el puente de su nariz y yo seguí el movimiento tal y como había hecho el día anterior.
Me pregunté durante el resto del día que es lo que había escrito. ¿El papel blanco significaba algo o era sólo para marcar donde había escrito?
Para el viernes, Junhui y Hansol se habían dado cuenta de que todo el almuerzo me la pasaba ido, y no tardaron en preguntar si había algo que me preocupara. Con una sonrisa sincera les dije que no, y ellos ya no insistieron, aunque pude notar que no quedaron del todo convencidos con mi respuesta.
El chico del libro estaba sentado dónde mismo, con el mismo libro en la mano, una botella de agua con gas, un solo auricular puesto y las gafas deslizándose demás por el puente de su nariz.
Su índice y pulgar las arrastraron de nuevo a su sitio y, como llevaba haciendo cada día desde el lunes, seguí hinoptizado el movimiento.
Descubriendo lo mucho que me gustaba cuando hacía eso.
Mientras mascaba mi último trozo de emparedado, noté a un chico alto, de cabello negro caminando sin vacilaciones hacia el chico sin nombre de anteojos redondos.
Mis ojos se abrieron en sorpresa al ver cómo le daba un beso en la frente y le acariciaba la mejilla, mientras que el otro se dejaba hacer e incluso inclinaba la cabeza buscando más contacto con esa mano.
La incomodidad se apoderó de cada tramo de mi cuerpo al verlos abrazarse, sintiendo de repente que estaba invadiendo el momento íntimo de alguien al verlos tan fijamente, pero no pude desviar la vista de aquella mesa por más que lo hubiera intentado.
El chico tomó asiento a su lado y le puso una mano en el hombro, sonriéndole a lo que a mí parecer fue de una manera reconfortante y como si pidiera perdón de una manera silenciosa.
El chico del libro sonrió y se acomodó las gafas con su índice y pulgar, dejándome apreciar lo bello que se veía llevando a cabo una acción tan simple como esa, y lo mucho que yo disfrutaba observarle hacerlo.
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Razón número uno para amar a Soonyoung: su manera de acomodarse las gafas con pulgar e índice.
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Ésta es una historia adaptada. Y quiero agradecer a _INS0MNIA__ por permitirme adaptar su historia ( ・ั﹏・ั)