"Minghao está enamorado.
Está enamorado de un chico que siempre lleva un libro en manos y anteojos redondos cayendo por el puente de su nariz.
Minghao está enamorado y escribe diez razones por las cuales ama a Kwon Soonyoung"
Advertencia ⚠️:
Mención...
Hansol ya había logrado convencer a Seungkwan para que le aceptara una cita.
Yo... Miraba desde mi mesa al chico de hermosa mirada y adicto del agua con gas, leer otro libro.
Alicia a través del espejo, de Lewis Carroll.
Volvía a hacer gestos, asentía, negaba, fruncía el ceño, subrayaba con el fosforito, escribía con el lápiz, marcaba con las tiritas de colores y subía sus gafas con el índice y pulgar, sin olvidar que remojaba sus labios cada cierto tiempo luego de no haber tomado agua.
Sí, lo observaba más tiempo del que me gustaría admitir.
Para mí, Soonyoung era una obra de arte preciosa que estaba en exhibición en un museo. Y eso conllevaba una regla escencial: Prohibido tocar.
No sé por qué me puse yo mismo las limitaciones.
Quizás fue porque Soonyoung no me miraba, porque ni siquiera parecía ser consciente de mi existencia, o de la existencia de alguien que no fuera Lee o Boo.
Quizás me convencí a mi mismo de que la distancia era mejor porque temía ser alejado sin haber logrado acercarme.
Por eso, durante cada almuerzo, me dediqué a observarlo desde la lejanía, a ver la tenue sonrisa provocada por los libros que leía, a suspirar cuando su lengua remojaba sus labios o a hiperventilar cuando su mirada llegaba a cruzarse con la mía por mero accidente.
Noté, con el paso de las semanas, que a Soonyoung le encantaba leer. No bueno, encantar era poco. Él amaba leer era su día a día, no iba a ninguna parte si no llevaba un libro en su mano. Y nunca olvidaba cargar sus tiras de colores, el lápiz y el fosforito azul.
Orgullo y prejuicio, de Jane Austen.
Retrato en sangre, de John Katzenbach.
El alquimista, de paulo Coelho.
El niño con el pijama de rayas, de John Boyne.
Romeo y Julieta, de William Shakespeare.
La cantidad de libros que leía era impresionante. Me sorprendía la pasión que tenía para algo que le gustaba tanto. El empeño que le ponía a cosas tan simples como subrayar, escribir y marcar en los libros.
Y entonces pensé, en lo genial que sería debía ser con él. Un chico con una mente tan llena de información, de cuentos, aventuras, tragedias y demás, debía tener miles de temas de conversación, datos interesantes, sucesos impresionantes...
Mantener una conversación con Kwon Soonyoung debía ser maravilloso, sin duda alguna.
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Razón número tres para amar a Soonyoung: Siempre tendrás algo de qué hablar con él.
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